El principe saltó la verja y entró en palacio.
Se situó bajo el balcón de la princesa.
Comenzó un cántico suave y melódico que llegó hasta los oidos de ésta.
La princesa se levantó de su lecho y abrió las ventanas de la estancia.
Se asomó al balcón y en un leve susurro comentó al principe: 'Ahora bajo, mi amor'.
Se vistió con su traje multicolor y una cinta en el pelo.
Llegando a dónde estaba el principe, besó a éste en sus labios, tomó su mano y ambos comenzaron a andar hacía las puertas de salida de palacio.
Cuando estaban a su altura, las mismas se abrieron silenciosamente, dejándoles en libertad, permitiéndoles ir al bosque.
Se perdieron en el mismo durante unas horas, el sol iba dándo con su cálido resplandor, el ambiente suave y delicioso que daba paso al amor.
Al cabo de dichas horas, ambos retornaron ante las puertas de palacio.
Las puertas se abrieron de nuevo, para que la princesa pasara.
Mientras entraba por las mismas, miraba al principe y decía a éste: 'mañana vuelve a visitarme, cántame de nuevo con tu leve susurro, permíteme abrir las puertas de palacio a tu lado y saborear la madrugada entre tus brazos.'.
Las puertas se volvieron a cerrar y el principe diciendo adiós con la mano, alejándose veía a la princesa, a esa a la que mañana deseaba con anhelo de nuevo cantar.

Escrito por Carlos Them

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