La llama de color amarillo.
La luz de la noche, que es la luz de la soledad, embarga los ojos de aquel que mira hacía arriba, hacía la inmensa carita de plata.
No levantes a los demás, dejalos descansar, tú sólo sigue el sendero que te lleva a dónde otros no deben llegar.
Peregrino eres cuando sólo tienes tu brujula y la luna, marchas por los caminos alumbradote con esta última, entre el silencio y el olvido te mueves con gran sigilo.
Buscas el tesoro que te contaron en sueños, aquél tesoro que oiste que existía desde que eras pequeño, deseas encontrarte con él, manifiestas tu ansia de llegar a ese lugar, dónde esperandote ésta, el secreto que te hace moverte entre las sombras, entre el miedo, entre los ruidos de esa manifestación llamada noche, llamada misterio, llamada oscuridad.
Piedra a piedra, charco a charco de ese camino, aproximándote vas, casi estás llegando, casi lo estás viendo ya brillar.
Cuando llegas a su altura, te arrodillas y lo observas.
La llama de color amarillo te invita a que la toques, no la tienes miedo, sabes que no quema, sabes que es buena y que dejará en tí, cómo dejó en el interior de tus padres y de tus abuelos, una nueva alianza de fuerza, de paciencia y de estabilidad.
Cierras los ojos y te concentras en ella, te introduces en su poder y te emocionas, lloras y te consuela.
La llama de la nueva alianza, el secreto guardado por algunas familias de generación en generación, la llama que da la altura y el talle perfecto al corazón y al alma.
Sólo tú sabías llegar hasta ella, porque sólo tú y tu descendencia teneis el don y el privilegio de tocarla, de recoger su energia, de tomar de ella la esperanza y el sosiego, el valor de lo seguro, el exclusivo poder de la gran conciencia.
Con la nueva alianza dentro de tí, vuelves sobre tus pasos con los demás, te acuestas y das luz a las tinieblas de tu mente, a los sueños que se convierten en pesadillas.
Mañana cuando los demás despierten, tendrán a un nuevo amigo, a una nueva esencia que les dará lo que otros nunca les podrán dar.
Ellos buscan lo que tú sabías dónde buscar, no encontrarán más que polvo y oscuridad, dónde tu encontraste luz y divinidad.
Escrito por Carlos Them
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