Emma Zunz. La extrovertida y carismática Emma Zunz. Esta hiperquinética jovencita recibió una carta de parte de su padre, donde le comentaba que para cuando hubiera leído esa carta el ya estaría en el santo reino del coluo. Emma no habria de tomarlo distinto que cualquier cristian. Lógicamente lloró. Y mucho. Algo cambió de pronto. Recordó el secreto que la mantenía tan ligada a su padre. El culpable del cambio de nombre de su progenitor y de su suicidio no había sido otro sino su propio jefe. Ese maldito hijo de patibularia yegua que lo parió. Tomaría venganza para hacerle justicia a su padre. Ideó un plan magistral para acabar con la maldita vida de ese: Se prostituiría para así ir a su oficina, y matarlo con su propio revólver.
La joven hizo todo de acuerdo a su plan. Se acostó con un marinero, y fue a la oficina. Al llegar el momento de la acción perdió sus nervios y comenzó a caer en la desesperación. Olvidó aquellas líneas que habría repetido hasta el cansancio para no olvidarlas, en vez de un solo disparo le dio tres al difunto. Fuera de aquellos dos percances, todo salió como quería: Mató al caballero y luego llamó a la policía diciendo que lo había muerto en defensa propia—intentó abusar de ella.
Se desconoce qué fue lo que pasó una vez la policía llegó al lugar del crimen. No sabemos qué fue de ella ni de su conciencia. ¿Sentiría su peso? Debería, puesto que mató a un hombre. Muy explotador habrá sido, pero ¿Quién tiene el derecho de quitarle la vida a un asesino indirecto? ¿No se convierte en un círculo vicioso? Bueno… No se le puede pedir más a una chicuela de 19 años que tiene fobia a los hombres, que se moría de hambre con su trabajo y cuando le pagan por prostituirse rompe el dinero como si éste creciera en los árboles.