Te siento en la oscura y silenciosa noche.
¿Por qué tus caricias siguen en mi piel?
¿Por qué tu respiración sigue en mi oído?
Tu ausencia me hace recordarte, extrañarte, quiero sentirte nuevamente.
¿Soy yo la que te extraña o es mi soledad la que te necesita?
Trato de no pensar, qué difícil se hace, ¿cómo lograrlo, si no te has ido de mi?, ¿o no te he dejado ir?
Quiero borrar las huellas que dejaste en mí, pero ya no es posible, son marcas hechas con fuego.
Hace mucho no escuchaba la noche, ya no recordaba como me aturde su largo silencio.
Que ambigua que resultó la noche, hoy no soporto su silencio, y cuando estaba con él era la mejor compañía que solíamos tener, la luna, las estrellas y su profunda oscuridad.
Quiero que llegue el día para poder escapar de este sentimiento y envolverme en la rutina que despierta al salir el sol.
Miro los brazos del reloj y parecen que han quedado catatónicos, la noche perdura aún más y su vacío me abraza cada vez más fuerte. Los segundos son horas, y el sol no llega.
¿Cómo vivir con la incompletud?, ¿cómo vivir con la insatisfacción de deseos no logrados?, de deseos que siempre piden más, ¿o es ese el sentido de la vida? Ir por más, pero el camino del deseo no tiene final.
El día despertó, y con él mi distracción, pero se que al final de la mano la noche te traerá.
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