El Destino.
El ascenso era largo y agotador.
El frío viento acompañaba la subida ululando con fuerza.
La persona abrigada en su totalidad, caminada sin prisa, estaba acostumbrada a subir y bajar el camino que todos los días debía de recorrer, desde su hogar al trabajo, del trabajo a su casa, allá arriba en el puerto.
Según subía, la neblina se iba espesando cada vez más.
Estaba a mitad de camino, la niebla le rodeaba cómo una densa capa, casi no podía ver a través de ésta, pero no le importaba, conocía bien cada palmo que pisaba y lo que había trás la misma.
De pronto se paró. La niebla era ahora una auténtica pared pétrea, insondable, sabía que tenía que seguir en linea recta sin desviarse, pero tenía miedo en la oscura soledad que le rodeaba. En ese momento, cómo si perforara el enorme muro que tenía delante, surgió una amarillenta y potente luz que cegó sus ojos al principio.
Era fuerte, muy fuerte, ¡ demasiado ! pensó. "¿ Qué sería aquella luz ?, ¿ quién había encendido una luz cómo esa, qué era capaz de atravesar de esa forma la niebla ?".
Poco a poco, se fué acostumbrando a aquél resplandor cegador, que se hacía hueco entre la nebulosa cortina y su estupor fué aún mayor qué el de ántes.
Una figura humana se recortaba ante la claridad amarillenta, alguien hacía señales para se que se acercara, pero retrocedió con un gran terror.
Una ráfaga de aire frio hizo que se extremeciera. Era víctima de un miedo atroz, de un pavor incontable.
"¿ Qué me está ocurriendo ?, ¿ Quién es ese ser que ha aparecido cómo un fantasma en esta noche fría y hostíl ?. ¿ Y esa luz, esa potente luz que con un fuerte resplandor ha sido capaz de atravesar la espesa niebla ?", se preguntaba.
Estas y otras preguntas se repetían sin cesar en su cansado cerebro, que no dejaba de barajar hipótesis y respuestas absurdas a sus preguntas.
Cerró los ojos y pensó que todo era una pesadilla, un mala jugada de su mente agotada por el largo día. ¡ Sí, eso éra !, un desliz, un delirio de su pobre cerebro.
Pero al abrírlos de nuevo, se dió cuenta del error de sus pensamientos, porque allí seguía la luz, la potente y amarillenta luz.
La figura ánte ésta seguía invitandole a que se acercara y por todas partes, la espesa neblina parecía cómo querer ahogarle.
De repente, sus pies empezaron a andar, intentaba retroceder pero sus músculos no obedecían. Entre ese mientras, el ser le habló; su voz era hueca, resonante, pensó: "no es de este mundo", y sus propio pensamiento le heló de terror.
"No sigas andando, detente. Si continúas caerás en un horrendo y profundo barranco. Allí perecen todos los que no me escuchan, allí están sufriendo eternamente por no hacerme caso, si vienes conmigo no te ocurrirá nada, y repitió con énfasis - NADA -, seguirás viviendo, disfrutarás de algo nuevo, incluso de más cosas de las que tu limitado cerebro te pueda ofrecer".
Sabía que no había ningún barranco, ni precipicio, y menos cómo el que estaba siendo descrito. El ser volvió a hablar después de una pausa.
" Se lo que éstas pensando, es verdad, no hay ningún barranco más allá de dónde estamos, pero es que tu caerás en uno que hasta ahora nunca has visto, si sigues puedes estár seguro de que acabarás en él".
El ser paró de hablar de nuevo. Parecía cómo si en cada pausa invitara a éste a recapacitar sobre todo lo que le íba diciendo.
Siguió hablando: "Te digo todo ésto, porque tu hora a llegado, debes elegir ó vienes conmigo ó sigues tu camino sólo. Si es lo último lo que decides, no te pararé más, pero te acordarás para toda la eternidad de mis palabras, te maldecirás a tí mismo y dirás: ¡ me lo advirtió y caí, me lo avisó y caí cómo un necio. Y ahora ni él ni nadie más podrán sacarme nunca de aquí. Nunca. Llorarás, lloraras amargamente porque no me hiciste caso, porque no tuviste fé en mí, porque fuíste orgulloso y egoísta, por eso mismo, tomaste tu propio camino.
Yo soy el Límite, el Destino., ven conmigo y deja ésta vida vacía para vivir eternamente a mi lado ó pudrete en las tinieblas que hay más allá del profundo barranco, en la miseria de las miserias, en la profundidad del egoísmo, en la tristeza de un vacío eterno, sentirás que caés y caés en una trampa de cieno de la que no que nadie escapa, y resaltó con energía - NADIE.
El ser comenzó a desvanecerse en la nada; cuando ya sólo quedaba la figura recortada de su cabeza, le dijo por última vez, imperceptiblemente, cómo en un susurro: "Ven, sigueme y verás que hermoso es todo desde el otro lado". Y siguió al ser perdiéndose entre la espesa niebla, ya no había luz, sólo niebla y un fuerte y frío viento que la empujaba hacía el barranco, al olvido.
Mañana sería un día éxplendido, lleno de luz y calor, un día que celebraría la marcha de otra alma al descanso eterno, iniciando el largo viaje que lleva al otro lado, a la eternidad.
Escrito por Carlos Them.
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