Danabia y Urdaba.

1. Liana, Fioslan y Menefres.

'Marchaos yá, antes de que vengan los hombres de Trouman y os maten'. Gritó Fioslan montado a lomos de su caballo.
Fioslan protegía los intereses de la frontera entre Danabia y Urdaba, dos paises en guerra continua, dos naciones que no se entendían nada bien, la división de aquella frontera, había hecho mucho daño a los habitantes de ambos lados.
Liana, miró con amargura y lagrimas en los ojos a su hermano Fioslan, siempre tenía que irse lejos de él, era su único hermano, con quién habia jugado cuando eran pequeños, a quien le había confiado todos sus secretos, sus amores, sus desventuras con sus amantes.
Actualmente, vivia con un hombre al otro lado de esa frontera, un hombre que conoció en una de las numerosas guerras que sostenían los dos paises, Liana amaba a ese hombre, pero también amaba su pais, y queria profundamente a su hermano.
Menefres tomó a Liana de la mano y la ayudó a subir a su caballo.
Después, subió al suyo, y empezaron a cabalgar cruzando la franja verde que hacía de separación entre las dos naciones.
Fioslan se quedó mirandolos, al tiempo que mantenía la guardia por si aparecían los hombres de Trouman.
Trouman era un forastero que no pertenecía a ninguno de los dos paises.
Se hizo con la gracia del emperador de Danabia y se convirtió en un agrio provocador de iras y mentiras, que lo llevaron a apoderarse de los dominios del pais y del poder del emperador en sí.
Si Trouman veía a Liana y Menefres, a los que consideraba a él un enemigo y a ella una traidora de su patria, los mataría sin ningún tipo de piedad.
Después de un rato de espera y viendo que el peligro había pasado, Fioslan volvió a su palacio a las orillas del río Dariel, un lugar de paz, dónde la vida transcurría lejos de la guerra y las presiones que asolaban cada día a Danabia.
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'Paremos un poco para descansar Menefres, vayamos a alguna posada de Tinalgüa'. Dijo Liana, mirando el cartel que anunciaba el pueblo.
'De acuerdo, pero ¿ llevas tu documentación de Urdaba ?, ya sabes que sino no nos dejarán estar en ningún lugar, y nos denunciarán creyendo que somos unos desertores huyendo de Danabia'.
'La llevo, no te preocupes, pongamos rumbo a Tinalgüa, antes de que sea más tarde y no podamos encontrar cobijo en el pueblo'. Respondió Liana, tomando la iniciativa del camino.

Escrito por Carlos Them

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