Mi compañera.
Prólogo.
Bienvenidos a mi mundo ... Tengo veintidós años ... Sólo soy un corazón latiendo ... Mi nombre es
Amaris ... y ésta es mi historia ... una historia que se balancea entre el amor, el deseo y la locura ...
A veces pienso, si fué bueno en verdad el conocer a Loua ...
Yo amo a Loua, ella es algo mayor que Yó, ella es un poco retorcida ... No comprendo como puedo
amar a una persona así ... Me hace gozar tanto cuando hacemos el amor, pero en otros momentos,
me enferma, su conducta a veces, me llega a crispar los nervios ... Es tan rebelde, tán dejada en
todo y sobre todo, a veces me hace daño, no es un daño fisico, es un daño psicológico, pero no
puedo estar sin ella, no puedo dejar que se vaya de mi lado, la amo demasiado, la necesito cada
noche cerca de mí, mi corazón sigue latiendo por ella, sólo por ella ...
A. La residencia.
La residencia se encontraba en la cota más alta de la montaña, un lugar solitario, un espacio dónde se podía una perder facilmente ... Yó quería perderme con Loua en ese lugar, quería estar a solas con mi compañera, a solas con mi amor ... trataba de quererla entender, de hacerla más hacía mí, más como Yó era, necesitaba que fuera dulce conmigo ... sólo en la cama lo conseguia, sólo allí era un cielo de mujer ...
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'El camino está en el plano del teléfono. Abrélo y carga el fichero, ¿ quieres Amaris, por favor ?',
me pidió Loua con cara de preocupación.
'El teléfono está en el maletero, ¿ por qué lo dejaste allí, dime ?. Ahora tendré que salir y hace
frío, mucho frío ahí fuera', respondí con las manos metidas en los bolsillos de mi abrigo.
'Maldita seas Amaris, sal y tráe el dichoso teléfono', me gritó Loua con cara de crispación.
Salí con rapidez del coche, abrí el maletero y saqué el teléfono del bolsón de Loua ... cerrando el maletero, volví a introducirme en el coche de nuevo.
'Bien, ahora abre el teléfono, carga el mapa y dime por dónde tenemos que continuar ... ésta
carretera me está poniendo los nervios a flor de piel', dijo Loua mirándome con cara de énfado.
'Yó no tengo la culpa de estar perdidas, pensé que un fin de semana en la montaña nos iria bien a
las dos, lo siento Loua', contesté con lágrimas en los ojos.
'Hey vamos, tal vez he sido un poco dura contigo, tú no tienes la culpa, conduzco Yó, y Yó me he
perdido. ¿mejor así, Amaris?', dijo Loua cogiéndome por los hombros y besándolme.
No respondí, encendí el teléfono y traté de buscar la carretera dónde nos encontrabamos y cómo llegar a la residencia de la montaña.
Loua entretanto, introdujo la mano bajo mi falda, Yó no hice ningún movimiento, dejé que Loua tuviera su mano allí, levanté la vista del teléfono, miré a Loua unos instantes y la volví a bajar sobre la pantalla de nuevo.
'Tengo la carretera, debemos seguir hacia la derecha y después de unos metros, girar de nuevo a la izquierda. subiremos un camino y llegaremos a la residencia', dije de pronto, cerrando las piernas.
Loua, sacó la mano de debajo de mi falda y dando marcha atrás, enfiló el coche en la dirección que la había dicho.
Cuando llegamos a la bifurcación, vimos que el camino estaba cerrado por una cadena.
Miré a Loua. Loua bajó del coche y se acercó hasta la altura de la cadena.
'¿ Viste si había otro camino por dónde subir a la residencia ?, me preguntó Loua acercándose al
cristal de mi puerta.
'No, pero lo puedo buscar, entra en el coche, te vas a helar ahí fuera', respondí, mientras cargaba el programa de mapas de nuevo en el teléfono.
'Aquí hay un sendero, no se si podremos subir con el coche, no parece una carretera muy segura
para ir por ella', dijo Loua, mientras Yó seguía buscando algún camino alternativo al del
sendero cortado por la cadena.
'No hay ningún otro camino Loua, sólo podemos intentar subir por dónde dices, ve despacio y con
precaución', comenté a Loua, cerrando el teléfono.
'Demonios, veamos cómo acaba esto hoy', respondió Loua soltanto un bufido y entrando en el
coche.
Apoyé el brazo en la puerta y la mano en mi cabeza, cerré los ojos y rezé porque pudieramos
llegar por ese sendero a la residencia.
Poco a poco empezamos a subir el sendero, desde luego no era el mejor camino para circular con un coche, Loua tenía miedo de pinchar un neumático ó de que el coche sufriera algún desperfecto subiendo por el mismo.
Al cabo de un buen rato, vimos la parte del tejado de un enorme edificio.
Sin duda, era el tejado de la residencia.
Loua enfiló con decisión el coche hacía el espacio que parecía un parking.
Una vez llegamos, Loua paró el motor y bajamos del automóvil, abriendo el maletero recogimos nuestras pertenencias del mismo y pusimos rumbo hacía la recepción.
Entramos notando el agradable calor que reinaba allí dentro. Nos acercamos al mostrador.
Un hombre joven vestido de uniforme, nos dió las buenas noches.
'Hola, bienvenidas a la residencia Duandel, ¿ tienen alguna reserva, por favor ?.
'Hola, a nombre de Loua Aniaster', dije respondiendo a éste.
El hombre joven, buscó la reserva en el ordenador.
'Aquí está, habitación 315, suban por el ascensor hasta el tercer piso, después a mano derecha y la
encontrarán, que tengan una feliz estancia', dijo con una agradable y cortés sonrisa, mientras
me entregaba la llave.
'Muchas gracias', contesté.
Subimos en el ascensor y llegando al tercer piso, giramos por el pasillo a la derecha, encontrándonos de frente la habitación.
Introduje la llave en el pomo y giré la misma, empujando la puerta entré en la estancia seguida de Loua.
Sacamos las cosas de los bolsones, ordenamos las mismas en los cajones del armario, nos desnudamos y juntas nos duchamos en un juego medio erótico.
Después Loua llamó a recepción y pidió que nos subieran algo frio para comer y una botella de
champagne.
La noche empezaba para ambas ...
Escrito por Carlos Them
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