Me introduzco en la negrura, sin esperar respuesta, mis pasos son firmes más mis manos tiemblan asustadas. Vengo de la luz, esa luz querida y familiar, siempre tan helada, protegida por una soledad serena, triste.
Asciendo convencida y temblorosa y me pregunto si alcanzaré tus pasos cansados más adelante, si aún tendrás esos recuerdos amarrados a las suelas…Otoño…
Me has llevado a lo más profundo de la memoria, a la que está escondida en la sombra, a la que sabes que tanto me aterra y, me he sentido tan a gusto, tan a gusto. La luz me daña la vista de a momentos y nos llama a todos sin saberlo.
La negrura total me rodea, me acurruca, me susurra, siento el peso de tu espíritu en esta senda, siento tu presencia silenciosa, reconfortante, cuando despierte seguirá la negrura, ¿por qué confío?, sigo…no dudan mis pasos, no dudan un segundo, aunque mi corazón tiembla un poco de emoción al recordar su tacto. La oscuridad me otorga una soledad distinta, deseable a cierto grado, no puedo verte, no puedo tocarte, mis sentidos ciegos son una carga inútil, más mi alma te recuerda, te lee diariamente, secretos y brillos, si… cuando tu alma brilla lo hace tan fuerte, resalta y me llama, es un faro cálido, este amor sufrido, sentido, deseado, me guía en la soledad del viajero nómade, y me lleva a ti, a esa isla que has preparado, para desembarcar los sueños de la madre patria, para sanar nuestras heridas, las tuyas y las mías. Sigue, no dudes, voy detrás de ti, sanaremos.
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