En la fila de las que no vuelven seguramente sobresalís vos. En tu ir y no retornar jamás se esfumó el placer de los dos. Forcejeando, pretendí abrir la puerta aquella que se derró sin previo aviso. Pero ya era tarde y sin dudar te confinaste en un exilio propio. La flor de tu peculiar estilo se abrió antes de darme tiempo. No dudó un instante en revelar el corazón que no poseías. Entonces comprendí esta vez que el silencio era veraz. Te llevaste con tu adiós días que fueron historia.
Texto agregado el 14-06-2009, y leído por 211 visitantes. (8 votos)