Saber irse corriendo escurridizo por la corriente hasta llegar a la cascada en boca fuente de implosiones luminosas, astro de carne roja y rastro fugaz de uña, más fiera garra diente, arrastrándose acuático el tiempo por la marea imposible de navegar. Como asteroide el rostro impelido por el grito se desvanece íntegro en una tormenta de pelos. Mientras la arena murmura bajo las olas, a cuatro vientos, un presunto pasado de noble torre o de castillo imposible de demoler, el mundo entero es una grieta abriéndose las venas en abanicos de fulgores extendidos al instante vaporoso de un suspiro contenido.
Texto agregado el 13-06-2009, y leído por 166
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