Coloqué dentro del sobre firmado, una boleta del partido gobernante, lista completa, pues siempre los he elegido, pero como ahora estoy disconforme ensuciada con bastante excremento; deberían de haber filmado los gestos del presidente de mesa poniendo rostro de Oligarca. Yo por mi parte, cual payaso barato, haciendo que duermo apoyado sobre la caja de cartón corrugado.
Deseo con toda el alma en verdad que impugnen dicho sufragio.
Pero para mi gran sorpresa, a los quinientos años de pasada la elección en cuestión, luego de ingerir la mamadera, cuando todos permaneciamos congelados esperando que el tiempo se digne permitir seguir participando, vuelvo para consultar el resultado definitivo, comprobando que han contabilizado mi voto como válido, ya que no existe ninguno que hayan anulado. La proxima depositaré un cadáver a ver si resulta.
Lo cierto es que todo ocurrió en la Cruz roja. Pero paradójicamente, me encontré con que aquí sin excepciones, estamos todos muy preocupados hablando casi con exclusividad del tema de la gripe A, de la Influenza porcina, de la cepa N1h1.
Pero en la sociedad hay un clima de miedo que espanta, dando a pensar que esta Pandemia puede llegar a complicarse temiéndose que ocurra lo peor, algo parecido aquella del año dieciocho que terminó eliminando a cincuenta millones de personas, lo que hace que se haga imposible permanecer indiferentes, callados sin opinar haciendo algún aporte necesario. Entonces fue que solicité atención a los gritos para dar concejos prácticos casi arengando desde una tribuna. Lo principal es la higiene, limpiarse las manos con asiduidad y persistencia, exclamé, más, cuando se tose hay que hacerlo sobre el codo para no ensuciar las manos.
Finalmente en tan solo dos años, el planeta se fue despoblando siendo unos pocos los seres que quedamos con vida. Vaya. Algunos tienen alas, otros narices de chancos, en muchos casos ambas cosas a la vez, pero por suerte siempre con el predominio de los rasgos humanos. Con decir que a uno le quedó el pito con forma de sacacorcho.
Cuando mi querida suegra duerme ronca que hace temblar las copas de los estantes. Debo de ser el único tipo que tiene los pelos parados como un pichón de Cardenal, además las uñas largas con filo en las puntas.
Asi, con dicha contra mensionada, luego del desastre mundial, igual se mantiene incólume el sistema democrático, teniendo que presentarnos a depositar los sufragio en verdaderos nidos de Cóndores, ruines cajas de Pandoras.
Exclamaciones carentes de sentido, metáforas de esperanzas, urnas vacias con deseos a regañadientes de anelar un mundo aunque más no sea con reminicencias del anterior que ya fue, que tanto a coro supimos maldecir con furia en aquellos clubes de barrio hoy deshabitados.
Los años que luego pasaron solamente fueron acumulando muertos, que fuimos apilando en el cementerio con cruces abrochadas en la propia democracia, pues que vayan al carajo, ni por las tapas pudieron detener la Viruela animal que hizo tantos estragos.
Pero finalmente, resultó ser una pesadilla real. El propio presidente tuvo que despertarme, por estar dormido sobre la Urna, incrustando el codo casi en la ranura mientras con la mano sostengo la cabeza, y por sobre todo con el sobre sucio de dicho "barro", que pese al desatino me permitieron meter en la caja. Por aquello recibí una reprimenda que fue acompañada por una arresto carcelario hasta que finalizó el escritunio. Aduje que estube descompuesto, que ese fue el motivo del desatino.
Pero al día siguiente tuve que regresar al propio establecimiento, pues a consecuencia de la participación en el tema de la gripe, devino en que me hube enrolado como auxiliar para trabajos de enfermería, para tal caso de resultar impresindible. Apenas en la primera reunión, donde hubo que elegir un delegado que nos represente, lo primero que hice fue mojar el dedo índice exponiéndolo a la correntada del viento antes de pronunciar a quien prefiero votar.
Fuimos los primeros en recomendar a la población, los barbijos de forma obligatoria para tener que transitar por la vía pública, pero son tantos los reclamos por sostener las costumbres del libertinaje cual religión, que deprimidos por el gran fracaso preferimos quedarnos encerrados en la selva del hogar antes que intentar modificar las malas costumbres de desafiar al peligro. Un alud de improperios rodaron de los labios gigantes de la voz del pueblo para que nos apartemos de la misión de evitar el contagio. Gritos de Tarzanes de la gente enfurecida, por la negación de lo más que evidente, que es enfrentar con responsabilidad la adversidad, con medidas sensatas de asumir de prevención social.
Fue tal el descuido mundial, que apenas en semanas el número de contagiados se multiplicó de manera alarmante, pero aun así nadie hace caso de las medidas de prevención, motivo por el cual los integrantes de la Cruz roja tuvimos que salir con megáfonos a pedir que por favor que se pongan los barbijos de una buena vez, que reaccionemos impidiendo que se propague.
Somos los únicos siete infelices que tenemos la boca tapada como corresponde. Pero uno de nosotros cayó en las garras de inadaptados que terminaron por crucificarlo en un palo de luz al que le clavaron un travesaño. La triste escena se hizo menos trágica por el hecho de tener el barbijo colocado.
Hubo que volar con las alas batientes y desplegadas para poder escapar llegando al cielo, aun así existen distintos cadáveres que nos acosan desde que salimos tironeando nuestras piernas.
A nadie parece importar tener que morir súbitamente sin que medie una agonía.
El virus se hace cada vez más abrasivo, de traje y corbata yendo de pulmones en pulmones, haciendo que se llenen de infecciones en poquísimos segundos. Todo parece indicar que estamos frente al fin del mundo.
En la cumbre de otra dimensión montados en insectos gigantes que nos trasladan cual camellos por el desierto, a un supuesto lugar en donde podremos echar raíces, además de preparar nuestro regreso como haciendo una posta en el camino.
Nunca imagine que pudiera existir una terminal de micros en el propio Limbo, para todo esto el grupo de rescate quedó literalmente disgregado por completo, ya que no volvimos a vernos, sin posibilidad de reunirnos para continuar la tarea de rescate. Soy el único que posee indicaciones de la máxima autoridad de tener la obligación de regresar para continuar sofocando la pandemia de la llamada Influenza que aun conmueve al nuestro planeta. Pero en esta oportunidad cual justiciero para enfrentarme cara a cara con la cepa destructiva, que según me informan ha ganado un espacio importante en las diferentes sociedades, debido a que se ha convertido, particularmente dividiéndose en seres de gran tamaño con formas de monstruos, que de hecho están dominando al mundo, aparte integrándose a la vida política con total normalidad.
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