En el alzamiento de tus honores,
la contradicción no existe,
el dolor escapa,
el recuerdo sublime despierta…
y es ahí que te muestras hermosa,
en tu escorzo delineado.

Y entro y veo tu estatua,
erguida ante las gigantes columnas,
con la mirada fija-desafiente.
Y se que te he encontrado,
en el mausoleo de los tiempos,
en el centro,
envuelta en mármol,
yaciendo estoica,
con tu gesto captado,
esculpido en la tormenta.

Corre el viento,
el agua moja las piedras,
y te observo y dejo la ofrenda,
y sonrío.
Tu figura existe… por siempre.