Garabatea el sol
entre las hojas, figuras
que se diluyen en el aire,
y el viento se encarga
de barrerlas
como barrió tu amor
sin importarte.
Un corazón doliente sangra,
no sólo el desamor, que más lo abate,
también tu desdén incomprensible
ante tanta vanidad que te delata.
Fue el destino amarte así
más que a todo, que a mi vida,
más que a nadie,
amarte como nunca había amado
más allá del tiempo y la esperanza.
No me arrepiento de nada,
tú te llevas lo mejor de mí
hasta mi alma,
yo me quedo con saber
que supe lo que es amar
sin límites,
lo que es estar verdaderamente
enamorada.
Estoy serena frente al dolor
ni siquiera rencor, guardo,
tanto es lo que te quiero
que sólo espero puedas amar,
como alguna vez
alguien te ha amado.
Y hoy el mismo viento
me trajo el sonido de tu voz,
ajada,
que me sabe a gris,
a ausencia, a todo lo que fuiste
y ahora es nada.
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