Una última vez y no supe darme cuenta,
una última vez, la que me miraste,
mientras que mi alma se ponía violenta,
tratando con mis ojos de evitarte.
Bien se dice que en la vejez se aprende,
porque surge un rencor lejano,
que en su madurez es odio consumado,
y fue así que no supe comprenderte.
Más ahora, va en declive el recuerdo,
las querellas se convierten en olvido,
las ofensas con el tiempo se enmohecen,
sólo queda un corazón herido.
Y era esa tu mirada,
tu deseo de reconocerme,
tu insistencia en un instante,
estando a punto de perderme.
El orgullo, mal de ciegos,
deseo funesto de vengarme,
con indiferencia iba ante una vida,
para el alma envenenarme.
Aún vuelves en mis sueños,
en remota lejanía,
nunca supe perdonarme
lo que por ti sentía.
Una última visión en mi memoria,
donde tu corazón me entregaste,
larga e inevitable agonía,
la última vez… que me miraste.
Lw
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