Mi otro Yó 1.

La transformación se habia realizado.
Marno había estado muchas veces en aquél lugar.
Un lugar abandonado hace ya unos años.
Las paredes transmitían la energía para conseguir ser el otro, el que se deseaba ser de verdad.
El agua que llegaba de debajo de la tierra, de lo más profundo del pozo, manaba con una fuerza
fuera de lo común.
Por lo demás, aquél lugar carecía de vida, aunque había una vida que no se asemejaba a la
nuestra en nada.
Las cacofonías que se realizaron hace una década ahora y las que todavía realizan algunos
investigadores de lo parapnormal, indicaban que aún estaban allí los espiritus de quienes lo
ocuparon, tiempo atrás.
En la noche, bajo la luz de la luna, siempre había algo que hacía que los hombres que visitaban
aquel lugar, tuvieran respeto al mismo.
Sombras que pasaban rapidamente bajo la luz de esa luna, reflejándose en aquellas paredes
blancas, desnudas y medio derruidas.
Aquél lugar fué en tiempos una abadía, la niebla escondía en la noche los lugares más altos de la
misma.
Las campanas sonaban en algunas de esas noches, campanas que no llegaban a verse nunca,
pero si a escucharse.
Marno, conseguía el poder de su otro Yó. Sentía en algunos momentos que no era él, era algo
dificil de explicar, cómo si una presencia se hubiera introducido en su cuerpo y lo manejara a
veces, pero increiblemente, el seguía todavia con su propia entidad.
Sencillamente había tomado lo mejor del otro, no es que se hubiera suplantado nada,
simplemente había añadido algo más a su persona en sí.
Aquél otro, le daba un poder especial, una energía y un entendimiento que superaban con creces
el suyo.
Marno, se introdujo en su coche, arrancó el mismo y puso rumbo a su casa.
Llegando a la misma, vió en medio de la carretera algo blanco, flotaba en el aire, estaba enfrente
de su coche.
La carretera estaba sola en ambas direcciones, sólo su vehiculo se encontraba allí, con ellos
dentro, su otro Yó y él mismo.
La nebulosa blanca, no se movía de allí, Marno, salió del coche y se acercó con cautela.
Cuando estaba casi al lado de la misma, fué desplazado hacía atrás con un golpe seco.
De pronto, sintió como si algo le arrancara el alma de su ser.
Pero no era su alma lo que parecía que le estuvieran extrayendo, era el otro Yó.
Marno, sentía horrorizado la encarnizada batalla que en su interior se estaba llevando a cabo.
Parecía cómo un exorcismo, aquello que flotaba blanco como la nieve en mitad de la carretera,
simulaba un sacerdote, arrancando un demonio de dentro de éste.
Aquél otro Yó de Marno, se debatía, no quería abandonar aquél cuerpo, aquella forma que Marno
representaba de existencia en nuestro mundo.
Pero lo que Marno aún no entendía, es que lo que se había entrado dentro él mismo, no era como
él imaginaba.
Todo lo contrario, aquello estaba impidiendo que el otro Yó de Marno, acabara por apoderarse de
éste, destruyendo su propia identidad como ser humano y habitante de este planeta.
Por fin, el otro Yó salió de Marno, éste último cayó de bruces sobre el asfalto.
Pasadas unas horas, Marno se despertó, ya no había nada frente al mismo, se sentía el mismo
Marno de siempre.
Se introdujo en su coche y retomó el camino que le quedaba a su hogar.

'Desear ser otro es humano, pero si alguna vez llegamos a suplantarlo, nunca seremos ni nosotros
ni él'.
'Puede más el decir Yó soy como soy, que el padecer la infelicidad de no ser ese que deseamos
ser'.

Escrito por Carlos Them

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