Primer Caso: Amanda y el Cruce.
Amanda tenía que llegar a la ciudad desde el pueblo donde residia.
La única manera posible debido a la hora que tenía su cita era la de atravesar aquel cruce que
separaba la ciudad de donde ella vivia.
Amanda arrancó su vehículo y tomó rumbo hacía el cruce, como una temprana decisión de miedo
y preocupación.
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El cruce era un lugar en el que desde 1950 hasta 1970 ocurrieron sucesos inexplicables.
El sheriff del condado, así como el FBI, intentaron en aquellos tiempos averiguar que es lo que ocurría en aquél lugar, pero no fué posible para ellos el poder conseguir hechos que solucionaran realmente nada.
Todo lo que obtuvieron fueron conclusiones absurdas y nada lógicas, el cruce parecía ser como un triángulo de las Bermudas, donde desaparecía todo lo que en un momento determinado estuviera en el mismo, daba igual si eran camiones, coches, tractores,personas, animales.
Cualquier cosa desaparecía del radio de visión entre las cuatro direcciones de este último durante esos veinte años.
Pasó un tiempo en el que los sucesos fueron en descenso, eso fué a partir de 1972, la situación pareció normalizarse y el FBI, sin cerrar del todo el caso, empezó a despreocuparse del mismo.
Pero los habitantes del pueblo y los de la ciudad, no se olvidaron de todo aquello tan fácilmente cómo la policia y el FBI.
En el año actual, 1980, ocho años después del último suceso parapnormal, volvió a desaparecer un joven de treinta y dos años con su vehiculo.
El caso fué re-abierto por el FBI, se estudió de nuevo el lugar, pero ni el muchacho ni su coche aparecieron nunca más.
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Amanda paró su vehículo un poco antes del cruce.
Amanda sudaba frio.
Su miedo crecía y su nerviosismo con el mismo, miraba en todas direcciones, sin saber en verdad que es lo que debía de mirar, pues en un tiempo desde el caso de aquel muchacho, nada más, que se supiera, volvió a ocurrir allí.
Sin embargo, ella creía presentir algo no bueno en aquella mañana en que debía de cruzar aquellos cuatro caminos.
Amanda volvió a introducir la primera en su coche y empezó poco a poco a adentrarse en la zona del cruce, todo parecía normal, estaba despejado en su totalidad, nada ni nadie sobre el terreno en ninguna de las direcciones, excepto su propio vehiculo.
Amanda, cambiando la marcha, apretó el acelerador a fondo, tratando de pasar cuanto antes
aquella pesadilla de asfalto, su cerebro no pensaba nada más que en salir, salir de allí, "corre Amanda, sal rápido, corre Amanda, no queda mucho, ya estás fuera", pensaba en su subsconciente, mientras daba gas al vehiculo, pisaba el pedal a fondo sin darse cuenta de que ya estaba casi fuera del mismo, sin embargo, su pie seguía aprentando el acelerador, dando caña al motor del coche en una forma desesperada por salvarse, por pasar al otro lado, al otro extremo del cruce.
Su corazón latía de una forma descompensada, respiraba con dificultad y de una forma acelerada, la expresión que se marcaba en su rostro era la de una persona poseida por la angustia y la desesperación.
Después de unos metros de donde quedaba este último, Amanda subió el pie del acelerador y paró el vehículo.
Abriendo la puerta, bajó del mismo, mirando todavía con una mueca de terror hacía el cruce.
Lo había pasado, estaba al otro lado, su cara se llenó de felicidad como si acabara de ganar una carrera y estuviera en la meta.
Se introdujo de nuevo en el coche, conectando la radio y tratando de buscar una emisora con música relajante, continuó su camino hacia la ciudad.
Su cita la estaba esperando en la misma.
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Amanda no creyó de verdad que estaba sola allí, el cruce nunca estaba solo, tuvo suerte esa
mañana, nada más, pero lo que acechaba en aquél lugar no había acabado todavía con ella,
siempre estaba allí, esperando una oportunidad para hacerla desaparecer, para llevársela a otra dimensión, a otro lado, a un lugar que nosotros desconocemos.
Eso es lo que aún permanecía como secuela en la mente de Amanda, nadie la haría cambiar de opinión, seguro que a su vuelta al pueblo, algo iba a pasar, esta cita sería tal véz lo último que Amanda haría en la ciudad, lo último que haría antes de entrar de nuevo en aquella maldición de lugar del demonio.
Calló su mente y se relajó con la música, no quería llegar mal y que su amado la viera en ese
estado.
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Amanda llegó al lugar de la cita, aparcó su coche frente al café donde había quedado.
Se encontraba tranquila, pues había controlado sus miedos y deseaba pasar el día con el chico de sus sueños.
Durante las horas en las que estuvo con éste, comiendo en el restaurante favorito de ambos,
haciendo el amor en el hotel donde siempre tenían una habitación preparada, Amanda era una mujer feliz y sin problemas psicológicos aparentes.
En verdad, Amanda era una mujer de bandera, bella y dulce, una mujer a la que desde luego se la podía amar con decisión y profundidad.
Cuando llegó la hora de volver a sus respetivos destinos, Amanda abrazó con fuerza a su estimado compañero sentimental, como si fuera la última vez que pudiera estar con éste.
Él la abrazo y al tiempo la dijo que no se preocupara, volverían a verse muy pronto de nuevo, tan sólo unas semanas de espera.
Amanda calló y sonrió de forma dulce, pero su mente volvia a tener miedo, volvia a tener terror de su vuelta, de llegar al cruce.
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El coche de Amanda estaba a unos metros del cruce de nuevo, agarrada al volante con una fuerza que no correspondia a como ella era normalmente, su cara desencajada, su mirada perdida entre las cuatro direcciones, Amanda pisaba el acelerador del vehiculo, sin dar salida a este, esperando que en un reprix pudiera huir de estampida y cruzar de golpe hasta el otro lado.
De pronto se decidió, el coche salió despedido, sin control, Amanda no podia controlarlo, el coche se desvió de su ruta, Amanda trató de corregir la trayectoria del mismo, pero fué demasiado tarde,
el vehiculo se metió de lleno contra el tronco de un fornido árbol de los que quedaban a los lados de la carretera, el golpe fué tan fuerte que Amanda se golpeó contra el volante y su cabeza dió de lleno contra el asiento, dejandola inconsciente.
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Pasadas unas horas, Amanda se despertó bruscamente, miraba a todos lados, el cruce seguía allí,
Amanda no había pasado, ¿ el golpe provocó que el coche volviera de nuevo al lado de la ciudad ?, pero aquello no podía ser, ella se movió en dirección al pueblo, ella había pasado el cruce, ¿ ó no ?, Amanda no podia creerlo, sencillamente, no podia pensar que tenía que volver a cruzar de nuevo, que tenía que volver a pasar otra véz el calvario del maldito cruce.
Se tocó su cabeza, la dolía horrores, pero más la dolia tener que volver a cruzar, no quería, se resitía, volvió la mirada en sentido a la ciudad, pero su casa estaba en el pueblo no en la ciudad.
No tenía más remedio que ir en esa dirección, que cruzar de nuevo, su destino estaba echado, no había más elección.
Volvió a arrancar el coche y a meter primera, entrando en el cruce suavemente esta vez, miró a todos lados, se decidió a seguir poco a poco, pero con la conciencia de que si veía algo, apretaría
el aceleador a fondo, podía cruzar, "vamos Amanda, crúzalo de una vez por todas". Y lo cruzó.
Lo cruzó de nuevo, esta vez sin problemas, pero no se paró, siguió adelante hasta el pueblo. No queria parar, no queria mirar lo que pudiera haber, tal véz, allí esperandola alguna otra vez, alguna otra vez, queriendo llevársela.
Escrito por Carlos Them.
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