El sol está en su apogeo, a pesar del clima que lleva el carro, puedo sentir el calor del sol, como su reflejo lastima mis ojos en plena carretera, en mis manos: el volante del carro y junto a mí, él… cohesión de todo lo que a una mujer le gusta, bueno al menos a mi; el tipo de piel perfecta para ser acariciada, recorrida una y otra vez, de manera lenta, disfrutando cada centímetro de su ser; ese estilo despeinado que jamás me había interesado, actualmente me parece fascinante, con ganas de perder mis manos entre sus cabellos, de sentirlo todo él dibujando mi figura, saborear pausadamente la degustación visual que tiende a hacer de mi; los milagros de su boca no los conozco aún, pero los imagino, esa forma de hablar, de acercar sus labios rosa a mi rostro, este hombre causa un efecto somnífero en todo mi ser… sólo cinco centímetros son los que separan mi cuerpo del suyo, por momentos mi mano se encuentra con la suya cuando tomo la palanca para cambiar de velocidad y ¡vaya que cambia!, mi corazón palpita como si fuese a salirse de su habitual lugar para acortar la distancia de esos frustrantes cinco centímetros...sigo manejando, las dos horas de carretera transcurren despacio, charlando, cantando, mirando, observando discreta sus manos y su boca, evitando desesperadamente encontrarme secuestrada por su mirada, para perderme en ella, no, no debo, no quiero mirarlo; cinco centímetros son demasiados para resistir la barrera de la cercanía… ay dios, por favor, que no me hable tan cerca, que no me dedique canciones y que no diga lo que veo surgir de su boca “solo espérame seis años”… ¿qué dijo?, ¿realmente dijo seis años?, ¿se atrevió a decir eso? Jajaja, solo reiré y lo tomaré como una broma… hemos llegado, cuídate mucho y pórtate bien, “¿prometes soñar conmigo?”, eso no lo dudes ni por un solo segundo…