Qué daría por surcar el espacio sideral que tus ojos recorren,
Y estremecerme de alegría entre tus brazos desiertos;
Pero un montón de ilusiones te sumergen
En altivos cabizbajos.
Te proponen danzas de amor
En desamparos de terror,
Te hincas en potros salvajes
Con esperanzas de universo.
Aparecen prisioneros los rumores del poeta,
Desiertas las palabras,
Exilias la oportunidad.
La penumbra te ahoga,
Gritos de auxilio prominentes
Al acecho de príncipes de hadas.
Disculpas sin sentido
Se alzan en tu boca,
Cuando no hay heridas
Ni siquiera penas.
Aun esperan los extrañados sentidos,
Verte, tocarte, gustarte, olerte, y oírte;
La juventud que dejamos
Agoniza en cronos.
Se ciegan mis ojos por conquistar los tuyos;
He de darte ofrendas más grandes
Y llenar tu corazón de diosa,
Llevarme de ti lo más dulce;
Pero has cerrado las puertas,
Mis pies arrogantes intentaron volar
Atravesar los muros que te encarcelan al dragón,
Y chamuscado en el fuego quedo mi corazón.
Y Ruedan mis pensamientos,
Acostumbrados a perderte
En insignificantes batallas,
Y sin rendición final,
Un día te han de conquistar.
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