Llegué al portal donde la ausencia
se ciñe con gusto a poca cosa
un pienso
dos nubes
tres farolas
apagadas (como yo) en la otra esquina.
Llegué
como llegan todos a estos lares
siempre un poco tarde
o muy temprano.
Llegué y no llegué hasta la mano
que se despedía en un pañuelo
-empapado-.
Llueve
y ya la esquina está mojada
al igual que mis zapatos -puro charco-
todo aquí es puro humo;
en mi piel la brasa de un cigarro
apagándose como en cenicero.
Y yo no fumo.
Texto agregado el 10-06-2009, y leído por 141
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