Qué es ser Argentino.
Una pareja extranjera me pidió que les explicara qué es ser Argentino, yo traté de resumirlo en una frase.
De un tiempo a esta parte, en especial luego de la devaluación, suelen verse por Buenos Aires numerosos grupos de extranjeros que visitan el País y de paso pasean por el centro de la ciudad.
Indudablemente les llama la atención nuestra forma de vivir, la comida, el tango, más una vida cultural que no les es fácil encontrar en otros países.
A pesar de todo lo que renegamos los argentinos, tenemos un estilo de vida que nos hace doblemente costoso el desarraigo, tengo testimonios constantes de familiares y amigos que emigraron, incluso a países más desarrollados que el nuestro, les va muy bien económicamente y sin embargo no ven el momento de regresar.
Hace poco me visitó un sobrino músico, que está trabajando con éxito en Los Ángeles, y me pidió como agasajo que lo llevara a comer pizza al mostrador de Guerrín, al salir me hizo bajar por la escalera a la estación Uruguay del subte y después volvimos a la avenida Corrientes. Se lo veía emocionado, yo pensaba, ¿y ahora que otra cosa me irá a pedir?.
Lo que me pidió merece punto y aparte, así que allí vamos.
"Tío, lo último que te pido es que me acompañes por Corrientes hasta la Av. Callao, pero despacito, quiero mirar las chicas, nunca me di cuenta lo hermosas que son nuestras mujeres". -se daba vuelta para mirarlas-.
"Alan, parecés un desesperado", le dije. ¿Acaso no hay mujeres en Los Ángeles?.
-Si Tío, hay de todo, pero no perdamos tiempo que me falta algo. No me tomés por loco, ni te rías de mi, después, te invito a tomar un “feca” y charlamos de todo lo que quieras.
Cuando llegamos a la Avenida Callao, me dijo: "Tío, por favor, allí, frente a la parada del colectivo "60", pegada a la ventana hay una mesa vacía, por qué no la ocupás y de paso podés mirar lo que voy a hacer". -Pedite un café, no voy a demorar mucho.
Lo que viene es de ciencia ficción, pero sólo es nada más que la verdad de lo que vieron mis ojos.
Cuando estacionó el primer colectivo para que suba y baje gente, el tipo se arrimó a la cola, bajó la cabeza y aspiró hondo el humo que tiraba el caño de escape, así lo repitió un par de veces, pensé que era drogadicto, o estaba sonado.
Me asomé a la puerta del bar y lo llamé. Algunas personas observaban y les llamaba la atención la actitud del muchacho. Tenía los ojos llenos de lágrimas, cuando entró al bar me abrazó y me dijo, -"no sabés lo que extraño, hasta el humo del “60”.
Nos largamos a llorar juntos, abrazados muy fuerte.
-Tío, cuando junte algo de plata me vuelvo. No aguanto mucho tiempo más.
La semana pasada, dado que trabajo en zona de turismo, me tocó atender a un matrimonio extranjero. Él Americano y ella Brasilera.
Les pregunté si la estaban pasando bién, contestaron que si, que muy bién, era la primera vez que nos visitaban y pensaban en volver.
La mujer era la que me hablaba y después le comentaba en inglés al esposo. Se trataba de gente educada y respetuosa, con evidente buen pasar económico.
-Señor, me dijo Lourdiña, que así se llamaba la Sra, mi esposo Henry, es escritor, quedó encantado con su país, en especial por la calidez y cordialidad de la gente, conoce mucho sobre Argentina y los argentinos, pero a pesar de ello, desea saber algo que no se anima a preguntarle.
-¿A Usted, no le molestaría responder una pregunta que él quiere hacerle? -Puede preguntarme lo que guste, doy por descartado que se trata de una pregunta respetuosa, y será un gusto para mí, serles de utilidad.
-Señor, quisiera que usted me explicara “que es ser argentino”.
Me tomó de sorpresa la pregunta. No sé por que motivo, pensé que la cosa vendría por otro lado. "Es una buena pregunta", así que trataré de responderles. contesté.
"Ser argentino, es ser muchas cosas, pero lo que más me gustaría decirle, es que ser argentino, es ir con la “patrona” y tus hijos, a comer ravioles los domingos a la casa de la vieja, y por la tarde escuchar los partidos de fútbol, mientras los chicos juegan en el patio.
Lourdiña y Henry quedaron asombrados por la respuesta, a la vez que emocionados, tampoco ellos esperaban esta respuesta. Henry agradeció y me extendió la mano, Lourdiña me dió un beso.
"Si es así como usted dice, nos gustaría formar nuestro hogar en su país, y tener hijos argentinos".
No quise agregar más, solo suerte para el resto de la estadía, y que si algún día volvían a Buenos Aires, no dejaran de visitarme.
Andre. Laplume
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