Un día en el pueblo de Estepona,
un señor, marido de señora,
tiró sus redes a un mar de entrañas.

A su vez un joven ciego engaña,
realizando, sabiamente, una inteligente artimaña,
a la señora más cotilla de la ciudad de Girona.

En otra esquina, un niño ve su película.
Tiene 30 años y es hijo de política,
buen marido, perro pequeño y muy amoroso.

Le caen dos lágrimas por cada uno de los ojos
supercalifragilisticuespiralidosos:
cuantos recuerdos le someten, vaya infancia más ridícula.

Un viejo enferme lee en el suelo: nazis fuera.
"¿Por qué me rechazan? La gente ya no es lo que era",
piensa el anciano abandonado en ese bancorroto.

La pequeñez de su piscina provoca su ahogo:
-"¿Por qué demonios no he comprado ese kit de socorro?".
Pobre forrado envenenado atado a su firme cartera...






*Javier Santalices*