Porque nunca podrá volver. Y se hundirá inapelablemente. inexorablemente. Irremediablemente en el olvido del tiempo, pese a que todas las voluntades del mundo se confabulen para impedirlo.
De esa manera, honrar a los muertos, recordar a los viajeros, llamar a los viejos amigos se hace un ejercicio imposible para los hombres. Porque su fragilidad escandalosa les concede solo una fracción de tiempo ridícula. Y la llamamos vida, para sentirnos grandes...
asi, la pequeñez tarda un poco más en inundar las mentes devastadas por el tiempo. El supremo que todo lo puede. Que permite olvidar todo, hasta lo más malo.
Y quedan en un momento sólo fotografias de lo que fue, para que recordemos imagenes nítidas que no concuerdan con nada, ni siquiera con lo más íntimo de nosotros mismos...
Ni tu propia maldad, ni tu esencia hechicera, ni los lamentos grises de tus dolores, ni los momentos buenos. Absolutamente nada quedará.
Y cuando llegue ese dia, los sepultados seremos nosotros, podrás aplaudir la indecencia del tiempo, que derrotó una vez a la gente, incluso a tú gente.
pero así es la cosa, no hay otras opciones. Los hombres somos demasiado pequeños para los duelos del alma no de nosotros, sino los de la naturaleza, en su perfecta invención, que más que invención tiene aspecto nada mas que de inevitable, pero terrible. Un fatídico guardián llamado Tiempo.
El Coronel |