TE VEO, ANA
Jamas habia creido en la reencarnación, y mucho menos reencarnar en un objeto hasta que un determinado día ocurrió en mí.
De todos los sentidos que posee un ser humano, el tacto era el mas maravillosamente apreciado por mí, tener la sensación táctil es algo indescriptible e inigualable, aunque lo grandioso es tener la posibilidad de uno mismo hacer uso de ese sentido cuando lo desea, porque la realidad es que hoy, siendo un objeto como soy, sensación táctil poseo, solo que debo esperar a que me toquen para percibirla.
Supongo que podria escribir cosas similares de todos los demás sentidos, pero considero que es algo muy personal, y en cuanto a mi se refiere tal vez ese enamoramiento con mis sensores del tacto halla nacido después de conocer a Ana, la mujer que ame durante toda mi humana vida.
Seguramente si habláramos de los sentidos antes de conocerla, hubiera dicho que el más apreciable, el que nunca quisiera perder, es el de la vision, pero quien sabe, lo cierto es que al poco tiempo de conocerla ya no necesitaba verla, solo me importaba tocarla, sentir sus manos, sus labios, todo su cuerpo, tan solo eso, y justamente eso es lo único que hoy ya no tengo…
Nos conocimos en un ensayo, era mi primer dia de trabajo como extra en una película nacional de muy bajo presupuesto, Ana tenia un papel secundario donde cumplia el rol de la recientemente enviudada, hermana del protagonista.
Primero fueron miradas – declaro primer sentido a la visión – luego la invité a salir, al principio un sabado, después también el domingo, por ultimo la necesitaba ( nos necesitabamos) todos los dias, lo que sigue se lee en cualquier novela de amor.
Siempre juntos, aunque halla sido poco tiempo, porque siete años para mi amor por Ana fue muy poco tiempo, siempre viviendo el uno por el otro.
Un mal dia nos llegó la noticia, Ana y yo nunca podriamos tener hijos, sentenció sin vacilar el doctor aquel día, hablando con el informe en una mano y señalando con la otra el sitio donde aclaraba con abreviaturas y términos médicos aquella desagradable novedad.
Reconozco que nos fue muy duro poder superarlo, no fue fácil entender que de nosotros no podría nunca nacer un hijo, pero como nos sobraba tanto amor, algun tiempo después, legalidades de por medio, decidimos transformarlo en Jorgito, nuestro único hijo adoptado.
Ciertamente hubiera disfrutado poder criar juntos ese niño pero hoy solo puedo verlo, y muy de tanto en tanto, cuando acompaña a Ana a ensayar.
Todo pasó rápidamente, en un accidente de auto hace exactamente un año, supongo que nada se pudo hacer, es más, creo que llegué muerto al hospital.
Y de forma repentina y sin siquiera sospecharlo, un buen día la ví, sí, era Ana y me miraba muy triste, como ausente, como extrañandome.
Por unos instantes me llené de alegría, creí que todo había ocurrido en un sueño, que pronto podría explicarle a Anita mi espantosa pesadilla y poder abrazarla y besarla para asi contraatacar con la realidad y con mi conciente a esa nefasta aparicion onirica, detestable, y por fin, asesinarla en mi ya inexistente mente.
Pero no pude!! Grite y grite hasta sentir que mis celulas se astillaban, quise tocarla y mis brazos no respondian o ya no estaban donde siempre. Podía oírla llorar, preguntarme porque me había ido, qué era lo que ella habia hecho para que yo no estuviera más a su lado, pero jamás oyó mis respuestas…Asi es que lo recuerdo y vuelvo a sentir ese sufrir, al cual luego de mucho tiempo logré acostumbrarme. Pero solo cuando acepté mi realidad, a la cual hoy, de alguna forma le agradezco, ya que al menos puedo ver a mi Ana, puedo oir sus más íntimas confesiones y acompañarla en lo que más le gustaba en su vida, actuar.
Hoy soy un espejo, me encuentro en el camarín de la actriz principal de un famoso teatro porteño, y esta noche es de Ana, con lo cual hoy es para mí una noche de recuerdos, una noche de otra vida.
Como el gran Juan José Arreola: …La mujer que amé se convirtió en un fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones.
Portugues02
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