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El santo


Era un 11 de marzo de 199x. El tío Alberto retornaba de un viaje al sur. Ese mismo día cumplía años.

En la familia se decidió recibirlo con una fiesta de bienvenida. Se llamó a parientes y vecinos, el organizador era el tío Andrés, claro, siempre con la aprobación de la abuela Constanza.

No hacia mucho que el abuelo Moisés había muerto, es así que toda soberanía caía sobre la abuela Constanza, para cualquier fiesta, actividad o reunión había que recurrir a su permiso para realizarla. En este caso no se opuso para nada. El tío Alberto era una persona alegre y bonachona, que siempre que salía de viaje al interior, le traía a la abuela, algún obsequio o comida que le gustara.

Esa mañana se desayunó conversando de la comida. Se sacó la cuenta de la cantidad de invitados, cuanto de porción habría que darles (el plato ya estaba decidido con anticipación), la cantidad de ingredientes que se iban a comprar y cuanto dinero gastar. Los comentarios iban que papa comprar, cuanto de carne, si de pollo o de res, a cual mercado ir, como seleccionar el tomate y otras cosas más que mantenían muy entretenidos a la abuela, mi madre (Luisa), mi prima Inés, mi tío Julián y por supuesto a mi tío Andrés.

Los encargados para la compra eran mi prima Inés junto con mi tío Julián. Cogieron las bolsas de recado y salieron rumbo al mercado de Ñaña. Como siempre mi tío Julián salió entre broma y broma. Ese era su quehacer de siempre. Mientras tanto a mis hermanos y a mi nos encomendaron la tarea de limpiar la casa, claro, bajo las ordenes de mi tío Andrés. Mi madre junto con la abuela se dirigieron a la cocina, allí donde ellas mandaban.

Los invitados estaban prestos a llegar al mediodía. Los primeros en llegar fueron los vecinos Mateo con su esposa Marifé. Al cuarto de hora llegaron los tíos que venían de Lima, Arturo y Moisés. Todo iba quedando listo para la hora de llegada de mi tío viajero.

El almuerzo ya estaba listo a la una de la tarde, pero se esperó hasta las dos sin probar bocado. Se trató de llamar al celular del tío Alberto, pero este estaba apagado. El debió llegar al mediodía pero no había noticias de el.

A casi las tres y con la esperanza de que llegara en cualquier momento, se presenció los pasos de un angustiado vecino que no presentaba muy buena cara. Mando a llamar al tío Andrés a un costado. En ese momento no entendíamos de que podían están hablando, solo se notó que el semblante de mi tío cambio como el del vecino. Mi tío se acercó y llamo al tío Julián para que le preste su celular. En ese momento ya todos se preocuparon. Me mandaron a apagar la música y le exigieron explicaciones al tío Andrés. El estaba mas presto a la llamada. Estaba marcando al “103” pidiendo el numero de la agencia de transportes “Flores”. Ahí todo se iba entendiendo. Mientras mi tío seguía averiguando por teléfono, el vecino Adrián nos fue contando que vio en las noticias un accidente de transito en el sur. Un ómnibus de la agencia “Flores” colisionó con un camión transportador de gas. Al parecer la válvula del camión estaba descompuesta produciendo una ola de llamas que inundo al ómnibus. Todos murieron, los cuerpos fueron calcinados por el fuego, la policía no podía reconocer a alguno siendo el único dato el registro de salida del ómnibus. Hasta ese momento había una esperanza de que el tío Alberto no haya tomado ese ómnibus, pero la preocupación era atroz. Nadie quería pensar lo peor, se daban ánimos unos a otros para decirse que el tío se había quedado un rato más en Ica. La única que lloraba era la abuela. Ya había perdido al abuelo y pensaba que la mala suerte la perseguía, inclusive mencionaba que en las noches le topaban el hombro en señal de que alguien cercano iba a morir, en su lloriqueo dijo que la noche anterior la habían topado.

La sensación de ver a la abuela en ese estado era muy dura y la mayoría nos centrábamos en ella, ya sea trayéndole agua, abrazándola o hablándole para que borre esas lagrimas.

Mis tíos, mis primos, los vecinos, todos mantenían un silencio espectral, solo se oía la voz de mi tío Andrés hablando por teléfono y los lloriqueos duros de la abuela.

La noticia logró tomar forma cuando se oyó de la boca de mi tío Andrés confirmar el viaje de retorno de mi tío Alberto en ese ómnibus. Trataba de pedir más información al respecto como reconocimiento de cuerpos, transbordos u otras cosas pero daba cuentas por sus expresiones que la telefonista no tenia mayores informaciones

La abuela aumentó su llanto a gemidos, mi madre se desmayó, mi tío Julián se fue al monte a llorar en silencio, nosotros (mis hermanos y yo) teníamos que consolar a la abuela.

Mi tío Andrés, llama a mi prima Inés y a mi tío Moisés para ir de inmediato a la morgue. Tenían que confirmar la muerte de mi tío con alguna pertenencia. Eran las cuatro de la tarde y ya todo estaba dicho. Tomaron la primera mototaxi que vieron en el camino y fueron raudos a su destino.

Los momentos que se vivía en la casa de la abuela desde la salida de mi tío a la morgue fueron de angustia y resignación. Se comenzó a preparar café para los invitados que en ese momento ya no festejaban el santo, mas bien se congojaban con la muerte. Mi padre Carlos ya estaba formulando la idea de cómo iba a ser el velorio y el entierro.

Al cabo de dos horas la noticia se confirmó. Mi prima Inés llamo diciendo que encontraron el reloj de mi tío dentro de los restos. Era momento de hacer lo que dijo mi padre, ver lo del velorio, ya la noticia se había pronunciado por toda la comunidad y la hacienda cercana y los chismosos y amigos se apersonaron en gran cantidad a la casa de la abuela. Mi padre con mis hermanos salieron a ver lo del ataúd.

No tenía ganas de nada he hice lo que siempre hago en estos casos: encerrarme. Curiosamente el cuarto que me gusta estar es el del tío Alberto, a casi todos nos gusta ese cuarto, es tranquilo y con libros para leer, o su televisión para ver cualquier programa para cuando nos aburriéramos de la bulla de afuera. Recordaba los momentos con mi tío, cuando era niño y me sacaba a pasear o también recordaba sus borracheras en las festividades. Sumergido en mis pensamientos y ya con las ocho de la noche encima no me percaté del cambio de atmósfera afuera. Y solo sentí el golpeteo fuerte de la puerta, abrí y lo que encontré fue el cuerpo muerto pero de sueño de mi tío, el cual se creía calcinado pero lo que estaba era alcoholizado. Mi hermano Ignacio lo fue pasando hasta echarlo a dormir en la cama. Todos nos sentíamos alegres de verlo borracho y con vida, Salí corriendo y lo que se veía afuera eran lagrimas de alegría y rezos a los cristos, marías y a los santos. Al día siguiente y ya con la resaca pasada, mi tío nos contó que en las paradas que suele hacer los ómnibus en los grifos para tanquearse o revisar desperfectos, el aprovechó para desayunar un tamal con chancho, allí encontró a un amigo de años, de esos aventurados que pasan su vida de un lugar a otro, decidió quedarse y tomarse unas cervezas con él y esperar otro ómnibus para tomarlo al vuelo. Medio alcoholizado llegó a Lima y fue a buscar a uno de sus amigos de parrandas para continuar su festejo, así mientras iba relatando todo fue hilándose hasta su llegada a casa. Los gritos y reprimendas no se dejaron esperar así como los cobros respectivos por los gastos que se tuvieron que hacer por su falta de consideración con la familia. Lo que más lamentó mi tío, fue el deterioro de su reloj Citizen que olvido en el ómnibus.

Texto agregado el 07-06-2009, y leído por 176 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
24-06-2009 Escribes historias reales, eso es lo que más me gusta de tu narrativa. De esta historia me encantó el cambio de emociones. monique_girl
13-06-2009 Creo que el texto redunda de nombres propios que podrían eliminarse (pasan de una docena) y obligan a un esfuerzo memorioso en el lector. Salú. leobrizuela
08-06-2009 me gusta tu forma regionalista de contar, entretenido cuento anenin
07-06-2009 mira el tio el momento que hizo pasar a la familia.Seguramente la abuela le habra doda una buena. Me gusto el aire familiar y todos los detalles del costumbrismo.Gracias amigo y no te pierdas segui escribiendo ,un abrazo fraterno ******* shosha
 
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