Solo podía esperar que te gustase este ramo, solo podía soñar con ello. Te lo regale con ojos sinceros y manos esperanzadas, esperaba que ellas dijesen lo que de mis labios no sabían. Estaba ahí, con el viento y la bruma de antes de lluvia, callada y con abrigo largo. Mis ojos denotaban todo el miedo y el silencio hablaba por nosotros. Hacia frío y carcomía mi espíritu, pero que más podía hacer. Las sombras bailaban alrededor, susurraban, cantaban y conjuraban un minuto imperfecto. Todo tenía un aire de película, me imagine, me vi, de espalda estirando el brazo; me vi de frente sonriendo entre lagrimas; nos vi de costado y ambos pálidos; yo por frío, tu por haber dejado de existir. Entonces desde lejos se escucho el himno de tu ultimo día…Je ne regrette rien. Ahora que parece que olvidaste sin querer, ahora que solo me encuentro contigo de casualidad en algún álbum… ahora que veo tus ojos oscuros llenos de miedo te digo…
Fuiste el mejor amigo de mi infancia, una criatura que solo yo podía ver con los ojos cerrados, y cuando deje de verte siempre, cuando solo visitabas esporádicamente, me dedique a coleccionarlas.
Colecione cada una de estas florecitas azules. Uno, dos, tres y mil ramos de nomeolvides. Ya no estas, ya casi no existes fuera de mi mente. Eres un recuerdo que lleno de flores….un recuerdo que me olvida. Un recuerdo que se une, lentamente, con la tierra en la que una vez jugó.
Te lo suplico simplemente que quizá en un día, en un lugar sin tiempo ni espacio....Recibas mi sencillo regalo. Nomeolvides amarrados a tu collar.
Para algún amigo imaginario... para algún amigo olvidadizo.... Para algún minuto bañado de gris y azul, como tus ojos de siberiano que no lo era.. Ahora tu tumba sonríe desde lejos bajo algún sauce. |