Paquito no te vayas
Paco Soria, es un tipo normal, alguien sencillo, conversador, simpático, aquel amigo que nunca llamas, es ese que si viene bien y que sino también, que no es nadie, pero que un día lo fue, hay algo en ese nombre, en esa persona que sin lugar a dudas me despierta algún tipo de afecto, debe ser por lo que un día fue, pero que ya no. Y es por eso que escribo esto.
Fue en la universidad que hartos de la playa decidimos pasar unas vacaciones en el rio, el camino era largo y en mi carro fuimos Paco, yo y dos amigas, en otro carro un número igual, a cuatro horas de camino, llegamos a nuestro destino, vimos la casa, dejamos los bolsos y fuimos al rio a bañarnos y a tomar.
A esas horas entradas la tarde fuimos a la casa, nos dividimos las tareas unos preparaban la parrilla, otras los cuartos, y yo como de costumbre la cava con el hielo y lo que íbamos a beber, fue es eso mientras que Paco me ayudaba contemplamos a lo lejos una cabaña abandonada que nos impulso a explorar.
Con cerveza en mano y a medio atardecer, la maleza era espesa y viscosa, de paso los arboles no nos dejaban ver, me motive a decirle a Paco que ya se estaba haciendo de noche y que era mejor dejarlo para otro día pero un, NO SEAS MARICO, de él me dio fuerzas para encabezar la exploración y así sin linternas y casi de noche fuimos a ese destino aventurero, de repente llegamos, era una casa sin ventanas con el techo desviado, sabría dios que alma en pena habitaba ahí, que purgatorio cruzaba esas paredes, yo aterrorizado entendí el lenguaje de aquella estructura que gritaba, nadie vive aquí, mejor dicho; no entres aquí.
Fue entonces cuando Paco me dijo;
Vamos a entrar!
Articule mi cuello mudo, decidido ,haciendo énfasis en el NO y para ser sincero cagado, con miedo, me quede pasmado a medio metro de esa entrada mal empotrada que nos decía que algo había ahí que era mejor no averiguar pero Paco, entro.
Cada segundo que pasaba, afirmaba que mas rápido se hacía de noche, pensé en mis adentros que la oscuridad nos atraparía, quería irme pero debía llamar a Paco, pensé en gritarle pero sentí temor de quien o que me podía escuchar, por eso algo acongojado entre a esa cabaña…
Alcance en las sombras a observar una puerta agujereada y mientras más me acercaba mas se hacía nítido el susurro.
NO TE VAYAS…
Paquito dije en voz baja, Estas ahí?
Y se repetía un…
NO TE VAYAS…
ME CAGUE, asustado y con razón, esa no era la voz de Paquito, pensé que me estaban jodiendo que era una broma pero volvió aquella voz.
NO TE VAYAS…
Paralizado vi, que Paco abrió esa puerta en plan de carrera y yo detenido, sumergido en el tiempo, del miedo solo lo escuche el grito, CORRE pero, contemple aquel cuarto vacio y contemple la voz más nítida que retumbo mi tímpano, NO TE VAYAS… Me di media vuelta lentamente y Salí de aquella casa y justo ya cruzando la puerta de salida algo me dijo que volviera la mirada y vi aquella sombra que me hizo correr.
Corrí, Corrí riendo del miedo, aun pensando que era producto de una broma pesada de alguien, pero al llegar a la casa vi que Paco estaba con su bolso en el carro y que ese mismo momento nos iríamos, Paco no conto nada, no dijo nada, después de ese viaje cada quien hizo su carrera en la universidad, ambos nos graduamos y hace poco fue que lo vi dando un discurso evangélico, lo invite a tomarnos unas cervezas y me motive como tantas veces a preguntarle que había visto y esta vez me respondió seco, sin alma, que un matiz, una sombra, descubrí por fin que el Paco que yo conocí ya no habitaba ese cuerpo, porque el evangelista me pregunto, si yo me despertaba por las noches escuchando aquella frase, NO TE VAYAS…
Pues, No, solo me queda decir de Paquito que las veces que pienso en el, es escuchando algún evangelista por la calle y me recuerdo en el Paco de ahora, entonces me pregunto…
Paquito en donde estas? y en sueños me responde…
Aquí en la cabaña, pero entonces, despierto.
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