| Me gustas por tu trabajo de arquitecta del mal, Construyéndome el palacio de carne y sonrisa,
 Y destinándome la mazmorra.
 
 Y así, me gusta imaginarnos, seniles,
 Rodeados de una madriguera pletórica de corazones,
 Entre tus lamentos y tu exiliar perfecto.
 
 Pero hay un presente que terminar…
 
 Sé que controlas animales bajo tu tacto y un beso,
 Entonces repto, y de repente refutas, rebelde, sublevaciones miles,
 La teoría darwiniana,
 Y doy marcha atrás, reptando de costado,
 Sabiéndome observado por la carnicería de los ojos refinados.
 
 No vuelvas hablar de amores filosóficos,
 Y esperes que remembre tu rostro, ileso,
 No, pasa de frente a saetear a tu Cupido jekilliano que
 Tan poco te esfuerzas en ocultar.
 
 ¡Siento que naufrago entre la orilla de un amor
 Y el mar de un odio inhóspito,
 Bajo el calor extremo, mas lejano de tus brazos lloviendo!
 
 
 
 
 
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