A veces mis dedicatorias sobran... esta vez debo decir: es mi respuesta a tu constante creencia de que el amor se puede medir
Yo que no toco madera
que no tengo agüero,
que ostento razón,
Soy un cobarde cualquiera
prendido a tu seno,
callarlo no puedo:
¡Es mi religión!
Yo que no tengo un piano
que afino el acorde
solo con cantar,
soy nada más que un fulano
de música torpe,
que muere en tu escote,
al oírte hablar.
Yo que me digo ‘el amante’
de bellos poemas
que escribió Martí
cambio de lado al instante
al ver como vetas
todas esas letras
con tu amor febril.
Yo que me creo, te digo,
valiente guerrero
a contrarreloj
sufro de pena cual niño
cuando pasa el tiempo,
de noche o despierto,
sin oír tu voz.
Yo que te escribo poemas
creyéndome dueño
de tu tibio amar,
soy mucho menos que estela,
de todos los versos
que rasga tu cuerpo,
en mi voluntad.
Pero…
Aunque a tu lado no sea
ni un breve destello
de medio escritor,
nunca serás tu quien sepa,
ni el músico bello,
ni el poeta plebeyo,
como crece mi amor. |