LA CONVERSA



Era una tarde nublada de junio, me encontraba en un Café al aire libre, de estos que abundan en el Centro de la Ciudad de Lima.

Las palomas rodeaban la plazuela buscando alimento, el cielo gris acostumbrado, personas caminando por doquier. El ruido de siempre de un sinfín de autos desplazándose.

Estaba acompañada de Luis, compañero de trabajo; aprovechando nuestro horario de refrigerio,me comentaba acerca de lo dura que estaba la semana para él y la gran carga de trabajo a cuestas.


-Deberías solicitar a la gerencia un asistente, Luis.
-Si todos pensaran como tú, lo haría.
-Cambiando de tema…No sabes lo que me pasó.
-Cuéntame, Anna…Aunque a ti te pasa cada cosa…


Así fue que empecé mi relato mientras terminábamos nuestro café:


"Era ya casi la medianoche. Llevaba varias horas dormida, puesto que me había acostado temprano. Cuando suena el teléfono fijo. Yo no acostumbro dar mi número fijo. Son muy pocas personas las que lo poseen. Ya que el celular es el medio de comunicación que utilizo. Sólo la familia y algunas personas muy allegadas tienen éste número de casa. No me gusta contestar el teléfono fijo.

A la tercera timbrada atendí el teléfono, después de colocarme entre sombras los lentes que yacían en mi repisa y revisar mi reloj despertador. Justo la medianoche.



-¿Aló?
-Hola bebé, ¿Te desperté?
-¿Quién habla?
-Tu príncipe…
-¿Quién?
-¿Cómo? ¿Tienes más de un príncipe?
-No, claro que no...


Trataba de reconocer la voz, y nada…Podría ser Pablo. Habíamos dejado de vernos pasadas dos semanas. Después de un año, o casi un año de relación. Aún estaba presente en mi mente…como primera opción.

Pero, no. Pablo me llamaría al celular (aunque tenía mi teléfono fijo). Sabía que muchas veces me quedaba despierta hasta muy altas horas de la noche. Que incluso si me acostaba temprano, me levantaba de madrugada y me la pasaba en vela hasta el amanecer…

Si, podría ser Pablo.


Sin embargo, había aparecido por esos días, un ex de hace un par de años. Con quien fui al Cine el martes pasado. Me insistió con el tema de regresar y recordarme todo lo que habíamos vivido. Que había sido muy importante para él y todo ese rollo.

Para mí ya estaba más que enterrado el asunto. Le dije que podíamos ser amigos. No tomó de buena gana la idea de que todo había quedado atrás (es más, nunca fue muy importante). Me contaba con punto y coma detalles de nuestras salidas, gestos míos. (no tenía mi número fijo, pero podría haberlo encontrado en una guía). Era capaz de hacer estas cosas. Ya lo había hecho antes.

Podría ser Julio.


¿Cómo estar segura de quién me estaba llamando?


No podía dar un nombre, tampoco el otro. Si me confundía quedaría como una tonta…Así que le seguí el juego tratando de averiguar de quién se trataba. Continúo hablando:


-Dime bebé, ¿Cómo has estado?
-Yo bien. ¿Por qué me estás llamando?
-¿No puedo llamarte?
-No lo sé…Es medianoche.
-¿Piensas en mí?
-¿Tú piensas en mí?
-Claro que sí…Por algo te estoy llamando. Te extraño.
-¿Y, qué es lo que piensas?
-En todo…
-Define todo…


Pensé que de esta manera, me daría cuenta de quién se trataba…


-Recuerdo tu sonrisa, tus ojos…¡Eres adorable!
-¿Y qué hacíamos?
-¿Cómo? ¿Ya no te acuerdas?
-Quiero que me lo digas.
-¡Me estás matando con tu indiferencia!
-No me hables así…
-Lo siento, bebé. Es que me desesperas…Tan fría.
-Es que te siento raro. No te reconozco la voz.
-He estado tomando unos tragos, con amigos.
-¿Quiénes?
-Unos amigos que no conoces…
-Ah…está bien. Debe ser eso.
-Ahora a ti te siento rara…
-¿Porqué?
-Es que no pareces tú, Alexandra.


¿¿¿Alexandra???


En ese instante, no sabía que hacer…Podría ser una broma o realmente se había equivocado de número…


-Alexandra…¿Qué pasa, bebé?…Respóndeme.


En medio de la oscuridad, lo único que hice fue buscar mi teléfono en la mesa de noche para colgar de un solo tirón sin decir más..."



Luis reía a carcajadas.


-Anna, sólo a ti te pasan esas cosas.