RECONOCIMIENTO JUDICIAL.

Este relato me lo hizo el mismo protagonista, por lo que no tengo porqué ponerlo en tela de duda.
Se desempeñaba el negro Morano como defensor público en Puntarenas y fue llamado a defender a un acusado por un arrebato de cadenas y aretes en perjuicio de una señora. El clásico cadenazo.
El asunto se presentaba relativamente fácil a la defensa; el Fiscal no tenía ninguna evidencia, no habían aparecido las joyas robadas y la prueba en contra del acusado era dudosa, por no decir inexistente. Pero, por experiencia, sabía el negro Morano que en el juicio podrían salir a relucir nuevos indicios que involucraran a su defendido, quien, bajo secreto profesional, le había confesado haber cometido la tropelía que se le endilgaba.
Ya se había examinado toda la prueba; el Fiscal había tratado infructuosamente de imputarle al acusado la comisión del delito, mas la víctima, su mejor carta, no se había presentado al juicio, por lo que era casi seguro que podría el negro Morano sacar una absolutoria para su cliente.
Antes de cerrarse el debate se escuchó un revuelo en el pasillo exterior de la sala de juicios y, de repente, entró a toda prisa, respirando con dificultad y sudando copiosamente, la mujer que había sido víctima del arrebato. El Fiscal, que había propuesto a la señora como testigo principal, respiró aliviado y pidió al Juez le aceptara su declaración, que podía traer nuevos elementos en averiguación de la verdad real de los hechos.
El Juez escuchó atento el relato preciso, claro y circunstanciado de los hechos que hizo la ofendida. Antes de conceder la palabra a la defensa, preguntó a la declarante si el día de los hechos había visto bien a la persona que le causó el ataque y le robó sus joyas, a lo que contestó que sí lo había visto. El Juez le preguntó si podría hacer una descripción del mismo y la víctima dijo tratarse de un sujeto alto, bastante moreno, grueso y de unos veinticinco años. Preguntó de nuevo el Juez: ¿Podría usted decir si en esta sala se encuentra la persona que usted ha descrito? Para sorpresa del Juez, Fiscal, público presente, pero más que nadie del defensor, señaló con absoluta seguridad al licenciado Morano diciendo: “Ese negrito que esta ahí sentado con el código en la mano, ese pillo sinvergüenza fue el que me asaltó”.
El imputado salió absuelto por falta de pruebas y se testimoniaron piezas contra la ofendida por el delito de falso testimonio.