Soy el jefe de la tribu desde hace más de cuatro décadas.
Me aman y me respetan y a los setenta años veo jugar por los alrededores a mis bisnietos,muchos de ellos de ojos azules como los míos.
Me entregué por completo a esta tierra y a su gente.
Comprendí su manera de pensar y de sentir, aprendí sus costumbres y su idioma
Nunca traté de cambiar sus creencias por las mías,
considerando que ésa era la mejor manera de respetarlos. A mis muchos descendientes
les enseñé a creer en un solo Dios y ellos a su vez lo han hecho con los suyos.
Está muy lejos el día en que desde lo alto de la colina ví desaparecer las tres carabelas tras del horizonte.
La Niña zarpó sin mí.
Cuando me sentí fuera de peligro regresé al puerto. El corazón me saltaba de alegría. Allí encontré a
otros españoles que también habían desertado. Nos
abrazamos emocionados, nos deseamos suerte en la tierra elegida para pasar el resto de nuestra vida.Todos sabíamos que no nos sería
fácil pero era el justo precio que debíamos pagar por la libertad que nos brindaba.
¿Qué nos hubiera esperado en España al regresar? A
muchos la miseria y quizás la cárcel. A otros como a
mí; la Inquisición.
Texto agregado el 04-06-2009, y leído por 153
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Lectores Opinan
04-06-2009
Un cuento con "historia". Bien pudo haber sucedido así... pero los que se fueron, volvieron. /// Buen texto, diferente, original. logan5