En un lejano bosque vivía un sapo grande, de contextura ancha,
llamado Anastasio; sus ojos eran verdes como el trigo tierno y su piel
negra como la noche oscura sin luna.
Su hogar era una cueva húmeda; solitario pasaba su vida, perdido en
la penumbra de su soledad.
No perdía la costumbre de salir todas las tardes a pasear por el
bosque, y justo, al caer la noche, como por arte de magia su piel se
convertía en un arco iris andante. A la luz de la luna brillaban los
colores tornasoles de su cuerpo; los animales que habitaban en el bosque
salían de sus casas para contemplar a aquella gran luciérnaga
andante, que llevaba en su espalda colores resplandecientes. Cruzaba por la
orilla del lago dibujando su silueta en las aguas cristalinas y quietas
como un espejo.
Anastasio paseaba con orgullo su cuerpo reluciente; él sabía
que la magia le hacía parecer el sapo más raro y especial que
habitaba en aquel legendario bosque. Solo él conocía, que el
hechizo duraba únicamente tres horas. Tenía poco tiempo para
ser un ser especial, único. Él lo sabía, por eso
trataba de aprovechar al máximo el tiempo, a veces se arriesgaba a
mirarse por largo rato en el espejo tranquilo del lago y alegre cantaba a
la luna que lucía como un gran faro en el cielo y que se reflejaba
en las aguas limpias del lago, en otras oportunidades soñaba que
aquel hechizo duraba toda la vida.
Una noche mientras cantaba a la orilla del lago, apareció una rana
esbelta, de color verde oliva con lunares tomates esparcidos en todo su
cuerpo, de ojos vivaces y alegres que se clavaron en las pupilas de
Anastasio. Ella miraba fascinada la piel luminosa de tan especial
personaje. Al instante se enamoró perdidamente de él. Desde
ese momento la vida de Anastasio cambió de rumbo, el amor le
permitió ver el camino con otros ojos, quería ser cada
día mejor para ella, su rana querida de nombre Luna Llena.
Pero nada es completo en esta vida, él sufría calladamente,
porque su secreto no estaba seguro, cualquier momento ella podría
descubrir su fealdad y la perdería para siempre.
Cierta noche que paseaban juntos por la orilla del lago, orgullosos
miraban sus cuerpos reflejados en el agua. Luna Llena le decía que
le amaba de verdad, y él se iluminaba más de amor y
pasión, olvidándose que su tiempo ya se terminaba. Fue
así, como en instantes, sin que el lo notara, su arco iris se
apagó y el negro de su piel se confundió en la noche,
sólo sus ojos verdes miraban la expresión de su amada que
sorprendida y asustada no sabía que pasaba. Fue en ese preciso
instante que comprendió lo que ocurría. Anastasio
quedó petrificado como estatua de hielo, sabía que el hechizo
se había terminado. Pero ella que tanto lo amaba lo
tranquilizó y acercándose besó los temblorosos labios
de su amado. ¡Era el beso mágico del amor!
Anastasio desde ese momento vio que su piel de arco iris nuevamente se
iluminaba, y esta vez fue para siempre. Fue así, como decidieron
vivir juntos y felices.
Recuerda que el amor nos hace ver hermoso a nuestro ser amado, pero
más importante es aprender a mirar su belleza interior.
Aliciacometa
03-04-2009 |