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Fue por la mañana, en las noticias de las seis, cuando escuchó su nombre por primera vez. Su familia le volvía a buscar veinticinco años después de su desaparición.
Por aquel entonces fue su mujer y sus hermanos quiénes movilizaron a la policía y medios de comunicación para que lo buscaran pero como no era más que un simple funcionario no tardaron en archivar el caso. Les dijeron que seguramente habría desaparecido voluntariamente.
En esta ocasión eran sus hijas quienes lo intentaban. Creyeron que era el momento de probar de nuevo. Siempre se habían preguntado qué pasó y necesitaban una respuesta. Además, su madre había quedado muy tocada y nunca aceptó que se fuera sin más.
Era un caso a seguir, pensó mientras partía hacia el trabajo.
Se pasó todo el día dándole vueltas a este tema. Ese hombre era alguien afortunado. Habían personas que pensaban en él continuamente. Personas que aún habiendo pasado mucho tiempo seguían esperando poder abrazarlo de nuevo.
¿Qué se debería sentir en un caso así?
A él nadie le esperaba ni le daba muestras de quererlo más que los empleados de la empresa el día que tocaba pagarles.
Al regresar a casa puso de nuevo la radio por si mencionaban el caso otra vez. Cuando lo hicieron leyeron una carta redactada por su familia: “Vuelve, tu familia te espera. Tu mujer quiere abrazarte y tus hijas te quieren conocer”.
Hijos. Siempre quiso tener descendencia pero no encontró la mujer apropiada. Estuvo a punto de casarse pero rompieron cuando su prometida conoció a otro hombre totalmente distinto, con más carácter, según ella.
De golpe quiso saber más del hombre desaparecido.
Entró en Internet y buscó en los periódicos, cadenas de radio y televisión de la red. Supo su edad, de dónde era, dónde vivía, qué hacía, cómo era físicamente en el momento de su desaparición, sus aficiones, ...
Encontró incluso información de su mujer, sus hijas, su familia y sus amigos.
Así, siguiendo la noticia y buscando datos, pasó varios días hasta que otra mañana, en las noticias de las seis, dijeron que estaba sucediendo algo curioso. Unas cuarenta personas se habían presentado diciendo que eran el hombre desaparecido. La policía, ante tal situación decidió hacerles una prueba psicológica para descartar a los impostores y localizar al real si es que se encontraba entre ellos.
¡Que cara tiene la gente! ¿Por qué lo harán? Éste fue su pensamiento del día. ¿Qué razones tendrían algunos para querer pasarse por otro?
En la radio entrevistaron a sus hijas. Les preguntaron qué sentían por la gente que se había presentado y ellas comentaron que les comprendían, que también era gente necesitada de cariño. Como ellas. Quisieron saber cómo reconocerían a su padre si se presentaba y si aceptarían el resultado de los psicólogos. Contestaron que estaban seguras de que sentirían algo especial, de que el corazón les mandaría una señal.
Tan obsesionado estaba que su vida cotidiana se resintió. Incluso cuándo se desplazaba en coche no paraba de cometer infracciones de tráfico. Al final la policía acabó por detenerlo.
- Documentación –le pidieron.
- Un momento, por favor –le ordenaron al identificarle–. Tendrá que venir con nosotros.
Le llevaron a la comisaría donde en un moderno y cómodo despacho le ofrecieron algo para beber y le preguntaron su nombre, su domicilio y a qué se dedicaba.
Seguidamente le llevaron al hospital dónde le hicieron un rápido reconocimiento médico y tras el cual le dejaron a la espera en una cómoda salita con un gran sofá y televisión.
Quería hablar con alguien y preguntarle qué pasaba. Deseaba marcharse pero la puerta estaba cerrada.
Se acercó a la ventana y, para su sorpresa, vio cómo se llegaban varios coches de radio y televisión. Quiso abrir la ventana para hacerles señas pero no le sorprendió al no poder hacerlo por lo que intentó calmarse. Se sentó a esperar que vinieran a por él.
Tres horas más tuvo que esperar hasta que se abrió la puerta:
- ¿Es usted Pedro Moreno Sánchez ?
- Sí, ya lo vieron en mi documentación y me lo han preguntado varias veces. ¿Qué sucede?
- Señor Moreno. No se preocupe por nada. Le hemos traído a su familia. Aquí está. Ya pueden pasar –dijo su interlocutor a alguien que estaba fuera–. Aquí tienen a su padre. Señor Moreno, aquí tiene a sus hijas. Le han estado buscando durante veinticinco años pero por fin lo han encontrado. Parece ser, según los servicios médicos, que usted sufrió amnesia y no supo volver a casa.
- Papá ¿eres tu? Sí, lo eres. Por fin. Que alegría –dijo abrazándole muy efusiva una de las dos muchachas que habían entrado.
- Mamá pasa. Lo encontramos – dijo la otra chica dirigiéndose a alguien que aún permanecía fuera.
Una mujer entró temblorosa y llorando. Le vio y se le echó encima en un incómodo abrazo.
- Pedro. Te he echado mucho de menos.
¿Qué estaba sucediendo? No entendía nada. El se llamaba exactamente como aquel hombre desaparecido pero no era él. Él tenía su propia historia.
¿Qué no se daban cuenta? Él era tan falso como los otros pero no se había presentado para suplantar al verdadero.
Aunque esta familia parece encantada conmigo. Lo que siempre quise tener, pensó. Ya crecida, pero eso es lo de menos. Podría seguirles la corriente y si de aquí a un tiempo me dicen que no soy el verdadero les explicaré que yo nunca dije que lo fuera sino que fueron ellos quiénes lo hicieron aludiendo a una supuesta amnesia. Sí, eso es lo que haré.
Al día siguiente en su nuevo hogar no pudo dejar de levantarse a las seis de la mañana para escuchar la radio:
“Son las seis de la mañana y hoy tenemos una buena noticia. Ha aparecido Pedro Moreno Sánchez que desapareció por culpa de una amnesia y que en estos momentos ya está con su familia”.

Texto agregado el 04-06-2009, y leído por 57 visitantes. (0 votos)


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