El aire fresco del amanecer que despierta su alma, el aroma a frutas impregnado en su pelo, la sonrisa de su compañera al llegar cada mañana, intenciones ocultas en una mirada, el escalofrío al sentirse tan cerca de él, las riñas por motivos absurdos, las palabras sabias de su hermano, los momentos de risa con su hermana, las suaves caricias de sus pequeñas, aquella llamada llena de nervios, de añoranza, el fuerte abrazo de un amigo especial, una noche en medio de la nada, largas conversaciones sin sentido aparente, el sabor de aquel beso … En el pequeño mundo de Ainhoa lleno de caos y sentimientos a flor de piel, cada detalle importa. Porque cada uno de esos segundos vividos hacen que sea la persona que es ahora. Privilegiada por su capacidad de comprender que cualquier instante puede ser intenso, ya sea pleno de una felicidad incontenible o de una tristeza desgarradora, pero a fin de cuentas privilegiada por vivirlo.
Lo más valioso que uno tiene, es uno mismo. Y lo más importante, saberlo, sentirlo y disfrutarlo.
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