Corría el año de 1976 cuando ante un cielo crispado en un hospital de una provincia mexicana se escuchaba un grito de dolor. Era la madre de Don Fernando Paredes que creía que le dolía el estómago. Sin embargo, cuando llegó el médico a la visita domiciliaria, se asombró al tenerle que dar el diagnóstico a la Señora Madre de Don Fernando, que no era un dolor de estómago, si no que estaba embarazada y a punto de dar a luz.

El asombro fue mayúsculo pues aunque la señora ya mostraba una gran talla propia de los momentos avanzados del embarazo, no había sentido ninguna clase de mareo ni incomodidad que si había tenido con sus otros hijos.

Tomó de tan sorpresa a todos este hecho que no tenían ni forma de controlar las dilataciones así que la mujer siguió gritando. "Es la casa de Los Paredes", dijo como en otras ocasiones Doña Fliberta, vecina de la familia y que estaba como de costumbre afuera de la la casa de la familia. Una comadre le contestó "se dice es la casa las paredes, no seas tonta".

De ahí se desprendió una discusión etimológica y linguistica que no viene a cuento dilusidar pero si al menos mencionar. Como no todas las casas tenían paredes por el clima y situación económica, la señora Filiberta quizo precisar. Pero finalmente se armó una buena discusión al respecto. El niño Fernandito, creció oyendo este tipo de discusiones y se hizo muy ducho en la clase del español. Tanto que cualquier mal uso del idioma originaba una crítica al rspecto. Inlcuso alguien le mencionó que el niño era muy bueno con la del español, el corrigió la frase para que no se malentendiera: "querrás decir que soy muy bueno con la clase del idioma español". Al terminar la primaria ya había leido a Dikens, Twain, Faulkner, Joyce entre otros.

Al terminar la secundaria con excelentes notas, afuera de la escuela un vendedor de objetos de importación china le dice, "hola guero, ¿no quieres un porta plumas?", "no", "¿que quieres?"

(No se pierdan la segunda parte)