... EL CABALLO
Camino hacia él. Levanta la testa, me reconoce de lejos. Da una
vuelta simulando no verme. Trota alrededor exhibiendo su estampa. Es un
juego. Luce fuerte, maduro, vanidoso. Espera mi saludo, le hablo. Se
detiene, me observa… da otra vuelta. Se que espera tenerme cerca para
asegurarse que todo esté bien. Yo, lo mismo. Me aproximo. Deja que
le coloque el freno. Lo acaricio, se queda quieto refrenando sus
ímpetus. ¡Lo conozco tanto! Ensillo y monto.
Vamos por lo verde, del verde somos. Es su universo y el mío. Sin
palabras. Somos libertad, fuerza y brío, desconfianza y entrega,
alianza y compañía, sensibilidad compartida diluyendo
soledades, galopando por la vida. Un solo corazón, percutiendo al
viento… queriendo al anochecer regresar a la querencia.
Soy algo de lo suyo, él algo de lo mío. Va su libertad en
mis riendas, y la mía en sus cuatro patas, ondulando las llanuras.
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