¿Qué pretendes con tus letras?

Dices que soy la viva imagen de la sencillez y no es así. Quiero todo para mí, soy hedonista de closet. Dices que tus manos reconocen lo que tocan en mí, que encuentras de nuevo el refugio justo en el espacio blanquecino que hay entre mis pechos y no es así. Mira, yo y mis pechos no estamos hechos para servirte de guarida. Somos, eso sí, tu cabaña de verano en llamas, tu pedazo del colchón nuevo comprado en una barata, igual que el ápice de esperanza que conocí entre tus brazos. Mis pechos, mis piernas, mi espalda, mi sexo, estamos hechos para recibir el deseo que no puede ser saciado en ningún otro lugar más que con nosotros. No somos el hotel de paso que tus ansias necesitan cada tres noches, vaya ni siquiera somos el jarrón donde vuelcas tu simiente… solo somos la huella, el testimonio, la foto en sepia de cuando quisiste rozar la felicidad.

Sábelo, en el nombre llevo la estrella.

Anda ahora con tu espíritu conservador a enredarte en la bandera, llévate lejos el desierto de tu espalda, quédate con la certidumbre de que en ningún otro lugar sentirás como sé que sentiste aquí. Has con todas tus rancias palabras una barca sin vela que te lleve mar adentro, para que te hundas, para que no regreses.