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Inicio / Cuenteros Locales / Jo-c / Dulce amargo (primera parte)

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No había pasado ni tres meses desde que Dulce llegó ala escuela después de medio año de gestionar su traslado desde la capital.
No sabíamos como era esa niña con los ojos preciosos ni como seremos con ella. Todos los nuevos integrantes de nuestra escuela los tratábamos con crueldad, era como si se tratase de una bienvenida. Pero con ella era diferente, tenia que ser diferente por que se trataba de “la niña de los ojos bellos” así me gustaba llamarla, no es que tenia ojos verdes o azules eran unos ojos color pardo.
La primera semana me encargue personalmente en hacerle un recorrido por las instalaciones, campo deportivo, la piscina, las canchas de fulbito, los alones prohibidos (eran prohibidos por los auxiliares por que decían que tenían material altamente tóxico), en fin. Me daba esta autoridad porque era el Brigadier de aula.
Si mis amigos se enteraban de mi interés por ella estaba seguro que harían hasta lo imposible por separarme de ella, con el pretexto de que se trataba de un aniña rica y por lo tanto la mayoría de ellas son las que a uno lo discrimina por no ser adinerado y que nunca me haría caso, pero la verdad era que a ellos también les interesaba a cada uno por su lado. Mis amigas la trataban mal muy mal por que pensaban que era muy despectiva pero desde que les pusiera el uniforme del equipo de vóley, por ser madrina, a todas les caía bien.
Hasta que me decidí a exponerle mis sentimientos pero tenia que buscar cómo. Ya los sé, Felipe, mi gran amigo, aunque no lo era pero a partir del gran favor que me izo tenía que serlo además él era el único que vive a tres cuadras de ella, me hubiera preocupado por que me atrasara pero gracias a Dios él ya tenía a Gaby.
Se lo expuse el problema, claro primero el pago que recibiría por el favor, entonces accedió, el plan era el siguiente: a Dulce le encantan los animales, entonces alguien tenía que entregarle uno en su santo, pero el problema era averiguar la fecha, de ese punto me podría encargar yo pero el problema era ¿Quién se lo entrega? Yo era extremadamente tímido con las chicas, en especial con las que me interesaban que no eran muchas, con ella enfrente no se me ocurrirían las palabras adecuadas de caerle y no estropearla, entonces ahí entra Felipe o “Felipillo” como le empecé a llamar desde ese momento.
Caminaba agarrando el …

Texto agregado el 02-06-2009, y leído por 117 visitantes. (0 votos)


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