...la batalla no daba tregua, éramos los dos, sin más armas que la imaginación, tres chocolates con almendras y algunas pastillas de cordinol que habíamos guardado con recelo para evitar que se agotara...la batalla era de fuego, la batalla era de miedo, la batalla era contra el mundo y el mundo empezaba a vencernos....

Los dos, mi ángel y yo, luchábamos contra el mundo para proteger los hermosos castillos en el aire que tanto tiempo y esfuerzo nos había tomado construir... el mundo traía cortantes y filosas espadas, dardos venenosos, lanzas gigantescas y cañones poderosos; pero nosotros lo combatíamos con nuestro súper chocolate de almendras y helado con chispas de chocolate...

Mucho tiempo habíamos logrado resistir, pero empezaron a escasear las provisiones, el brownie de arequipe y las palomitas de maíz con azúcar ya no alcanzarían más que para un par de días, así que decidimos dar la batalla final...venceríamos al mundo con todos sus demonios, o moriríamos con dignidad defendiendo nuestros sueños, pero ¡Nunca! nos daríamos por vencidos

Y así comenzó la gran batalla, pusimos allí el alma, el fuego, los sueños, la vida misma y todo el chocolate de almendras que aún nos quedaba.

Un circulo de fuego rodeo el lugar de la batalla, caían del cielo rayos gigantes y nosotros luchábamos con más fuerza que nunca...el mundo y sus demonios usaban sus artimañas de costumbre: el miedo, la duda, la incomprensión...pero la fuerza de nuestros corazones era mayor y se acrecentaba con cada insulto a nuestros castillos de sueños.

Hasta que el mundo y sus demonios, agotados y sin esperanza fueron cayendo, no había duda, los habíamos vencido y ya nunca lograrían derrumbar nuestros castillos, pero el mundo, tramposo como suele serlo, estando ya agonizando, lanzó uno de sus dardos venenosos que fue a parar al corazón de mi ángel...

La sangre brotó inmediatamente formando un río incontrolable que se mezclaba con mis lágrimas y alrededor sólo se mecían con el viento algunas de sus plumas ya sin vida...el silencio reinaba en aquel lugar, parecía que toda nuestra lucha había sido en vano...

Y mientras agonizaba, mi ángel tomó una de sus plumas y escribió su testamento con tinta sangre de su propio corazón...

"No llores por mí pequeño botón de cereza, hemos salvado nuestro más preciado tesoro, ahora yo muero para el mundo, pero vivo eternamente para ti en nuestros castillos en el aire que cuidaré celosamente para que nunca sean derrumbados...solo basta que cierres tus ojos y te sumerjas en las cenizas de los buenos recuerdos, entonces como el fénix, habrás renacido y yo en tí, haciéndonos más fuertes y dignos de construir ¡castillos en el aire!"

posdata: ¡ti @mu!