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Fueron suficientes las palabras que degollaron la yugular de su amor errante por esa dama………. Un no te quiero un adiós bastaría, pero ese día era inevitable el fervor y erupción de ese volcán durmiente, que por tanto tiempo soporto el pie recaer sobre todo su ser, apagando sus llamas volviéndolas cenizas, esa mujer radiante que al inicio de su noviazgo existía, y todavía a media luz decidió decir si al matrimonio, se volvió fénix renaciente entre es nido de cenizas llamado hogar.

El sonido de un artefacto azotaba la puerta, mientras mas me acercaba para saber por que tanto alboroto, en ese departamento aledaño al mío, el cual llevaba un poco mas de una hora armando tremendo caos a la paz del edificio. Me decidí tocar la puerta, justamente en el momento en que esa cosa, que realmente no tenia ni la menor idea que era azoto la puerta por mi, después me dispuse azotar yo mismo la puerta, para poder apaciguar ese zafarrancho, a las tres de la mañana, y día martes, todavía ni a fin de semana llegaba, había trabajo el día de miércoles.

A los 2 minutos de extensivo azote, me respondió Margarita, esa mujer morena ojos pardos la cual era dueña de mis noches en vela, soledad de la cual ella era ajena a tomar como existente. Abrió la puerta, y más allá de exaltada, tenía esa expresión de pena y tristeza, que inundaban sus bellas pupilas de mar errante, donde asoman mis penumbras. Se disculpo mientras se acomodaba el sostén, y una falda negra, al parecer habían salido, y esta pelea empezó cuando llegaron al departamento.

Me limite a solamente pedirle que guardaran silencio, ya que como les había contado era martes, y toda esta gente tenia trabajo en la mañana, y era de lo mas cordial guardar silencio durante las noches donde la gente tiene que descansar. Limitándome aguardar un cierto respeto a su privacidad conyugal, pero tenían en mente esta confusión, ya que su casorio nunca fue de lo mas grato, ya que esta era la cuarta vez en ese mismo mes, que tenia yo que ir a sosegar los ánimos en ese departamento.

Dentro de mi necesidad de poder recobrar la paz y serenidad en los apartamentos, tenia la incertidumbre de que un día su esposo saliera corriendo de esa puerta, y ella llorando y desconsolada buscara abrigo y confianza en su vecino, en estos casos yo, pero esta vez no fue esa, y solamente me contesto titubeante, como cualquier fiera después de la guerra, exhausta por el enojo y los ánimos exaltados, con una simple frase de, “perdón, ya no volverá a pasar”, y así como abrió y con esa lentitud, se fijo en mi vista mientras lentamente cerraba la puerta, mientras en el fondo de la casa se escuchaba su marido, un tipo de lo mas descortés e inhumano que trabajaba para el gobierno federal, con mas cola que un chango para pisar, y mas muertos que el cementerio en su closet.

El silencio volvió a tomar poder en ese piso, cuarto piso del edificio donde yo vivo, y me retire hacia mi apartamento, mas no perdía la esperanza que en cualquier segundo, esa puerta se abriría y de ella saldría su esposo corriendo con una maleta sus llaves, y algunas ropas votando de ella. Y en la puerta Margarita, ese mi amor platónico con un revolver 45 de su marido, y gritándole de todo hasta de lo que se iba a morir.

Como mandato divino y decisión astral, fue al momento que decidí abrir mi apartamento para regresar a mi obscura soledad repleta de silencio y libros de cosas sin importancia como filosofía y una que otra novela de Welsh. Fue en ese momento cuando lo impredecible fue vuelto realidad y verdad, cuando se empezaron a escuchar saltos y golpes en esa puerta al final del pasillo, esa puerta que daba hacia donde Margarita existía en sus noches, en sus días, donde pasaba días en soledad solamente subsistiendo con el aroma de unas rosas, que por incontables maneras y en cierta forma clandestinidad le había mandado plantar en su balcón. Pero quien es uno para juzgar al clandestino si de amor se tiende.

Los ruidos cada vez mas agudos y fuertes se acercaron ala puerta, y a base de una velocidad increíble la perilla dio dos o tres vueltas hacia los dos lados, como cuando alguien busca encontrar la combinación a una bóveda de libertad, o en estos caso, de vital importancia, ya que al momento que se abre la puerta, el esposo, ese tipo descortés, salio exclamando piedad y clemencia, mientras, Margarita avanzaba a paso lento asechando su ahora presa con un silencio digno de cualquier asesino a sueldo, lo cual no va de acuerdo a mi loca fantasía con ella. Una tigresa dándole tiempo y espacio a su presa para poder apreciar la magnitud de su grandeza através de la mirada adueñada de terror de su ahora presa, y hace poco esposo. Una 45. Pendía de la mano sólida y firme de Margarita, como afilados colmillos listos a ser clavados, para destrozar ese cuerpo inservible de casi persona, que había echo de su sueño de ser esposa y tener una vida feliz y prospera, solo trizas, añicos y pequeños fragmentos de añoranzas rotas.

El terror se filtraba por mis poros, ese mismo que sentía la presa, ese señor descortés del cual e hablado ya lo suficiente, no sabia si entrar o esperar a que pasara esto. Ya que el ahora presa, se preparaba para ser desplomado y deshilachado por los sables felinos de aquella fiera que pierde la libertad y cuando vuelve a tenerla, no escatima en sacrificios o hechos para mantenerla.

Otra vez lo impredecible se volvió realidad, y con este hombre en el suelo, y esa 45 en su frente, solo vasto de un gesto de Margarita, de mi Margarita, en seña de que se podía ir, así como era… una sanguijuela que se cubre de armas para esconder su poca hombría, y el sin pensarlo dos veces.. Tomo sus pocas garras, y encontró el suelo aun mas ligero que antes, ya que en menos de 2 minutos bajo por las escaleras hacia el estacionamiento, y en menos de nada, y antes que ella pudiese bajar su brazo para cesar esta ira, y a la mirada atónita de todos los vecinos, que se asomaban como buenos metiches de vecindad, el carro emprendió vuelo en la avenida de enfrente hacia ningún lugar. El arma encontró el contorno de sus caderas curveantes y el silencio volvió una vez mas, pero esta vez con ese olor de incertidumbre que sofoca tus sentidos, y yo en la puerta de mi apartamento sin saber que hacer… decidí hacer lo que creía yo, iba a ser mi lindo y bello final……….. Decidí y lo hice, invite a Margarita a mi departamento. A tomar una taza de café ya que se notaba la densidad en la atmósfera y estaba decidido a escucharla hoy, y si fuera, el resto de mis días, y esperando una negación conjunta a una bala certera, blindadota mortal de decisiones, ella se incorporo en sus cinco sentidos, y todos los demás que en ese momento habían sido despertados por el alto nivel de ira, se acomodo su falda, y de la bolas de su falda saco un espejo, y viéndose lentamente, se susurro a si misma, “mírate eres un asco, y todavía el vecino te invita”… y con sus manos esas envueltas en ceda, se medio limpio su rostro y la mascada corrida de sus pupilas, y voltio hacia mi, …….

Como si fuese una bala certera, me congele en miedo, terror, no podría describir el sentimiento.. Y me contesto mientras volteaba para cerrar la puerta de su apartamento, me contesto con esa calma pasiva y bella, un si, vecino, .. y cerro su apartamento, y se acerco hacia mi, mirándome esperando una respuesta, pero todavía tardo un momento mi mente en procesar la información. Ella frente a mi y yo bloqueado de todo, solo sus ojos y rostro figuraban en mi momento, se tomo la molestia de pedírmelo de nuevo, diciéndome, entonces me va a invitar si o no? Y yo me hice a un lado, mientras miraba todas las caras desaparecer de las ventanas de los otros vecinos. Paso a un lado mío para hacer camino hacia la cocina, y al mismo tiempo me tomo de rostro, y me dio un beso en la mejilla, junto con ello, unas bellas palabras……… Gracias por los rosales……








Texto agregado el 02-06-2009, y leído por 91 visitantes. (0 votos)


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