La noche era serena y una suave brisa movía las frágiles hojas de los árboles del jardín.
De pronto, por un instante, las hojas dejaron de moverse al tiempo que ella...dejó de respirar.
Continuó su sueño eterno... sin dolor ni sufrimiento.
Texto agregado el 02-06-2009, y leído por 254
visitantes. (3 votos)