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ULISES

Lo único que hacía dudar a sus devotos de su condición de ninfa marina, era una cola de hule clavada en la arena, un metro atrás del torso desnudo inclinado hacía la misma membrana trasera .
Sirenia se presentaba de 10 a 10.30, 12 a 12.30 y en la más espectacular aparición de 22 a 22.30 cuando con la puesta de sol del verano tunecino realizaba el milagro de brotar de su tumba de arena y perderse en el mar.
La muchacha de piel blanca y larga cabellera azabache era la gran atracción del peculiar museo enclavado en un humilde pueblo de pescadores en Biserta localidad desconocida para el turismo internacional y enigmática, para empezar, debido al simbolismo de su posición geográfica que en traslado en línea recta hacia el norte por el mar de Tirrena, desemboca exactamente en el balcón papal del Vaticano.
También lugar de leyendas como el de una bailarina negra que en el clímax de su aparición en un club nudista lograba el prodigio atlético de llevar hasta la asfixia a tres hombres bajo la presión de sus largas y fortísimas piernas. Aunque no faltaban los descreídos que atribuían la proeza no tanto a la fuerza de sus extremidades inferiores sino a los humores vaginales.
Pero nada tan insondable como la existencia de Sirenia, a la que los turistas que asistían al espectáculo mencionado, en su mayoría jubilados mediterráneos. No dudaban en atribuirle un gran parecido a la actriz italiana Silvana Mangano, hecho que el curioso narrador refrendó en la portada de una vieja revista Life, que seguramente debido a la fotografía del bello rostro de la diva, coronado con el cabello mojado y medio torso al desnudo saliendo del agua de un apacible lago; como impulsado por dos boyas carnosas, logró allá en los años sesenta una circulación récord de siete millones de ejemplares.
El crucero había sido plácido y aburrido. Abundante en comida y bebida pero pírrico en emociones, acaso esconderse de la cincuentona inglesa de prominentes nalgas que creyó que se prolongaría hasta el final del recorrido la noche de sexo tras la borrachera en la "noche del capitán"
Por eso es que el relator de esta historia fue en busca de emociones más fuertes, y nada mejor que constatar verdad y mito de Sirenia.
Luego de dos noches de analizar la trayectoria de la muchacha de los senos al aire, se enfundó en un traje de buzo y a eso de las 22.20 se situó a tres metros de profundidad del lugar donde supuestamente la ninfa se perdería en el mar.
La descubrió en toda su belleza esplendorosa y desnuda sumergirse más y más. La siguió a pesar de que el oxígeno se volvía ralo, pero un sonido dulce, embriagador, el mismísimo canto de sirenas le decía que descendiera, y cuando tuvo al alcance de sus manos la voluptuosa membrana posterior de la sirena sufrió un coletazo de la muchacha.
Sintió que la respiración se interrumpía, se iba de este mundo. Jaló aire desesperadamente pero era turbio Se le aflojó el cuerpo dando paso al desvanecimiento.
Cuando volvió en sí se vio tirado en la pista de un club lleno de humo, escuchó risotadas de borrachos y oteó a una giganta negra que agradecía los aplausos. A su lado, un par de hombres se incorporaban trabajosamente.
Volvió al barco conduciendo lento, muy lento una motoneta Fiat y fue directo al camarote de la inglesa cincuentona, quien lo recibió entre sorprendida y fogosa.
Al día siguiente alquilaron un bote que en línea recta hacia el norte fue a dar hasta las mismas puertas del Vaticano, justo a tiempo para ver a un anciano de marcadas ojeras que él juró era el famoso tio Lucas de los "Locos Adams" pero con peluquín blanco, enviando bendiciones a diestra y siniestra, bueno más bien en la primera dirección.
Sintió que habían llegado el asentamiento y la lucidez. Se montó en la motocicleta después de ayudar a la inglesa a hacer lo propio, y se alejó a toda prisa haciendo rugir el motor entre alemanes que le hacían corte de manga y blasfemaban con entusiasmo ario.
Hoy se le puede ver en las mañanas arreglando el jardín de la casa de la señora Taylor, frecuentemente encaramado en un viejo eucalipto que sirve de torre de observación al baño de una vecina rolliza y alegre que canta el God Save the Queen como las propias sirenas, mientras se da baños de asiento con la ventana abierta.

Texto agregado el 01-06-2009, y leído por 586 visitantes. (35 votos)


Lectores Opinan
25-11-2011 Muy bueno. Siempre leemos. Muy agradecido por tus comentarios recientes. Edrapecor edrapecor
09-03-2010 Tiene ritmo y personalidad. Claramente no se apega a las "normas" literarias acostumbradas. Y eso es bueno. Nada más que es demasiado pretencioso y en general no crea una conexión que valga la pena entre el lector y el mundo que evoca. Aparte, no se puede titular un texto "Ulises" y que éste sea mediocre. Simplemente no se puede hacer eso, el libro de James Joyce es el mejor de la historia, no se le puede hacer eso. Tharkun
05-02-2010 A mi me gusto el texto, tiene lo suyo...es un cuento...una narración...extraña ...pero cada cual con sus temas.Lo respeto e insisto me agrado leerlo. mapata
05-01-2010 eh, eh, eh, eh, eh, eh, eh, eh, eh, eh firpo
26-11-2009 MUERETE ororascajo
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