Este es el tiempo mágico y audaz donde se detienen,
mi andar inquieto por el mundo y tu sereno recorrer los días,
para unirse sin palabras en un ceñido abrazo,
que con su ardor nos incendia la sangre.
Tus labios se regocijan con mi boca anhelante,
robándole mil besos impacientes,
mientras tus manos como arietes impetuosos
derrumban los muros que entre los dos se levantan.
Son tus dedos los exploradores asombrosos,
que al tocar mis zonas más profundas,
abren para tu espada deliciosa mi enardecido nido,
mientras dejo escapar suavemente mis gemidos
Te recibo complaciente dentro de mí
cuando reclamas aquietar tus vehementes deseos,
y, danzamos muy juntos al compás,
de nuestros desencadenados sentidos.
Y cuando tus movimientos excitantes,
hacen estallar, al fin, de goce mi cuerpo,
extiendo mis alas estremecidas,
para volar hacia donde termina el cielo.
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