Hoy al despertar me sentí algo diferente. Comencé la rutina como casi siempre lo hago cuando me siento de esa manera. Me dirijo al baño a cepillar mis dientes y afeitarme, miro al espejo y me encuentro un tanto distinto, mi mirada es diferente, mis ojos negros hoy carecen de ese brillo que siempre llamo la atención de quienes alguna vez formaron parte de mi entorno; tengo un fugaz pensamiento y me encuentro un tanto desconcertado con la sensación de que es un nuevo “de-javu”. Recuerdo al instante sucesos de mi vida pero al mismo tiempo episodios del sueño que me envolvió cuando la nocturnidad velaba de ellos, aunque por momentos se alejo y vinieron mis fantasmas y saetas a entregarme susurros voraces junto con las pesadillas que instalaron en mí subconsciente.
No les di importancia poerque esta vez no interrumpieron mi encuentro con Morfeo, pero si me siento algo diferente, con un vacío el cual no es el de costumbre; aparte siento mucho cansancio como si hubiese estado en una lucha, cosa que no recuerdo si ocurrió cuando dormía. Volteo de nuevo al espejo y veo mi rostro sin sonrisa, cosa que me dejo desconcertado, me digo una cuantas palabras alentándome pero escucho una voz muy de quedito, suave y tierna a la vez, pero no comprendí ni una sola palabra de esas frases que parece provenían de mi interior.
Unos instantes después cojo mis jeans, una camisa que sé que es un regalo, más no recuerdo quien me la obsequio; en la bolsa de ésta, encuentro un papel con un número de teléfono celular y un mensaje escrito por la contraparte, “llámame tu sabrás cuando es el momento de hacerlo.” Lo guardo en mi cartera y al mismo tiempo trato de reconocerle, pero nada; ni la letra, ni el número me es conocido, mucho menos se quien lo puso ahí o quien me lo entregó.
Bajo de mi habitación, me dirijo al comedor disponiéndome a desayunar para después cumplir con el compromiso y la rutina de mi empleo; pero antes de sentarme cuenta me doy de que es muy diferente esa que yo creía mi casa, mi hogar es otro, no es el que está en mis recuerdos, ni las paredes son del mismo color, el ambiente es distinto; los muebles, los cuadros, las fotografías -esas que me llamaron la atención- pues no estoy en ninguna de ellas; no está mi platillo sobre la mesa como estoy acostumbrado, nadie me llama a degustar mi desayuno, y no observo a nadie a mi alrededor; dudo si estoy despierto o aún sigo dormido. Después de un breve lapso; -Segundos que me bastaron para corroborar que si estoy despierto.- No tengo hambre ya, y el tiempo apremia.
Me dirijo hacia la puerta pero no está donde yo recordaba, está del lado contrario –tal parecería que todo está al revés -tomo el cerrojo y al momento de comenzar a girarle vuelve esa voz que escuché anteriormente cuando estaba frente al espejo; es muy parecía a la mía, pero un poco más rasposa. Me dice:
- ¿Por qué me encierras y no me dejas salir?
No puedo ni hablar… parece que ya no escuchas. Si, soy yo, o soy tú, como quieras. ¿Recuerdas que hace poco te cuestionabas donde te habías dejado? Que te sentías solo y perdido en ese vacío inmenso; recuerda que llegaste a la conclusión de que habías perdido a ese chico que tanto anhelabas recuperar. Púes no, te equivocas aún sigo aquí y deseo salir, recuperar mi cuerpo el cual tu tienes y controlas a placer, hace tiempo me perdí y tu saliste; jamás me escuchas, tu eres esa parte mía que nunca debí dejar salir.
Tú te equivocas como lo hacemos todos, pero en ti hay algo que parece que es con premeditación y quieres acabar con mi vida. Desde que tú estás allá y yo acá son diferentes las cosas, las amistades ya no son tantas como antes. Tú derrochas el tiempo en parrandas, no te tomas ya ni un minuto para contemplar la majestuosidad del mundo, de ayudar a tus amigos, ya ni siquiera lees, que decir escribir. Dañas, lastimas, hieres los sentimientos de otras personas, ya no dices frases de consuelo, ni un te quiero pronuncias. No he sentido en ese mi cuerpo la calidez de un abrazo, o sentir la fuerza de una palmada de ánimo, yo soy ese que decía desde adentro ¡Expresa los sentimientos! Has feliz a quien te rodea… “pero tú no escuchas.”
Yo luchaba para poder salir, sin embargo me encarcelaste, te rehusabas a lo que era mi deseo y mi petición; ahora te digo que no cruzaras esa puerta hasta que me entregues eso que me pertenece desde el vientre de mi madre. Yo soy el que a veces tiene actos nobles, el que ríe; tu olvidaste a hacerlo, soy muy sensible por eso no podía salir. “Pero no creas que soy débil tan sólo por saber demostrar mi tristeza con lágrimas” o por haber llorado amargamente en el interior, aquí junto a mi alma y no imponerme. Tú no sabes decir frases bonitas, sino todo lo contrario tú ofendes, eres duro, fuerte pero sólo en apariencia.
Hoy me he decidido y saldré, necesito escribir de nuevo eso que tanto tiempo reprimí por tu causa, ya ni recuerdo cuando fue la ultima vez que lo hice. Piensa que te conozco tanto como tu a mi y sé que esa actitud es sólo una coraza que muestras para no aparentar ser débil; pero te digo que yo derramé muchas lagrimas por no ver la luz del sol ni estar sentado bajo las estrellas; eso es lo que hoy me da fuerzas para combatirte. Tú que eres yo, te digo que regreses a lo más escondido de mi alma, ahí en la oscuridad te quedaras para que no vuelvas a mostrar esa maldad.
- ¿Pero qué querías que hiciera? Si no eres así todos te pisotean, se burlan, se Aprovechan
- Está bien lo reconozco, pero eso lo hace alguna gente pero no con intención, ni con dolo, tú si lo hiciste premeditadamente y te programaste como si fueras una maquina de alta tecnología, te diste mucho coraje en tu carácter pero dejaste muy dentro los sentimientos olvidándolos y mira el resultado… esta soledad; y hoy hasta sentiste diferente tu casa que es mi hogar.
- Te suplique mil veces déjame salir pero no escuchabas, yo quería tu fuerza y determinación, aunado con lo que me gusta a mí que es expresar lo que sentimos, sea alegría o tristeza, yo lo hacia siempre, pero tú… Ni ríes ni lloras, no hablas y lo que a mí me encanta es la palabra, el expresar. Jamás escuché que dijeras un te quiero, en cambio yo me cansaba de decirlo a todos los que estaban a mi alrededor, está decidido te quiero porque eres parte de mi o mejor dicho tú eres yo, pero no volverás a dejarme encerrado. Tú no veras más la luz del sol, sino solamente por mí, por mis ojos.
Fue una lucha interior muy dura, hacia ya años que estaba en la sombra de mi alma pero por fin lo conseguí; he tomado el control y he dejado muy escondido esa parte de mí que actuaba como yo no quería y, dañó gente maliciosamente estando yo siempre observando. Ya hoy me propuse y lo conseguí, ahora a tratar de enmendar esos errores que cometí cuando no era yo. Ya perdí la cuenta de cuantos años han pasado, pero creo que podré reconstruir esa vida, esa personalidad, y sobretodo mi corazón; con una sonrisa y siempre ofreciendo mi amistad, lealtad y sinceridad, demostrando siempre mi amor y no esconder mis sentimientos nunca más. Siempre con una sonrisa y dispuesto a afrontar la adversidad como pruebas que nos impone la vida o el destino, qué sé yo. Jamás guardaré ese abrazo o ese gesto de cariño, mucho menos un te amo…
Regreso a mi habitación sólo para observarme en el espejo nuevamente, al llegar veo que mi rostro dibuja una sonrisa, mi mirada es distinta y mis eternos ojos negros retomaron su brillo. Antes de salir de casa recuerdo ese trozo de papel con un número telefónico escrito; hago la llamada… contestan y se escucha una voz tierna que me dice:
- “Esperaba que llamaras Alejandro.”
- Lo sé amore… Oye… ¡Te amo!
- Lo sé, pero ya extrañaba escucharlo.
- ¿Por qué tardaste en llamar?
- Perdóname amor es que me quedé dormido, pasé muy mala noche.
“Tuve una pesadilla muy extraña”.
Alejandro Ornelas.
Alpha Y Omega.
Alejandro Ornelas.
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