ya no tengo ni mis fotos, no las quiero y
no voy a decir de qué forma se acomoda mi
cuerpo por las noches ni de qué forma añoro
las palabras. las mías, las de él.
thanks for the memories y por los pocos días
en una ciudad.
no me ha explotado el pecho pero
puede que esté mintiendo.
desde ahora voy a mentir más para
dejar mi estupidez atrás y voy a
reconciliarme con el hedonismo
que nunca tuve.
me rasco el cuello.
me escondo en las salas oscuras
de los cines para que no me encuentren o
para pensar que así las tardes se pasan
como navegando en el danubio.
no tengo ni malibu, menos martinica.
no tengo ni las tardes en que quería que
llegara luego la noche para poder ir
a esa casa, para poder subir esa
escalera
oscura
ese olor a
no sé qué
y sentir los nervios
de volver a tenerlos.
tengo pulso. me lo mido
con los dedos en la garganta y
aún así no me convenzo
ESTOY VIVA o estoy en ese estado
como de trance, como de la entrada
incipiente al sueño y siempre quiero
estar ahí, siempre
quiero decir que estoy
esperando nada, que estoy
o que me fui deprisa, pero que
es otra mentira de las que tengo
que contar
porque nunca estuvimos juntos,
o drogados, o borrachos en la
misma habitación. nunca fuimos a ver
cómo se pasaban las estaciones del tren
mientras por la boca le salía casi como confesión,
apoyado en un cristal de la terminal que
quería compartir con esta mujer,
la que no deja de escribir,
hasta el adn.
de un astrónomo, de un físico nuclear,
alguien que pudiera poner el mundo
a sus pies y de cabeza
pero que de tanto hablarlo
tomamos cada uno distintas direcciones
porque nunca fuimos
por la misma, aunque los viajes,
los buses y todas esas cosas ya no
tienen más sentido.
por eso frank a mí me canta
thanks for the memories,
y por el simulacro de realidad.
gracias por lo sucio y por hacerlo todo tan
majaderamente insoportable. |