Hace harto, hartísimo tiempo qué me vi envuelto en una incertidumbre tratando de averiguar el sentido que pueden dar las ilusiones a nuestra vida; quería saber su causa, ¿por qué la necesidad de ellas? Era apenas un niño cuando realicé mi primera introspección y ya me abrazaba el deseo incontenible de descifrar esa fórmula para conseguir la felicidad. Pensaba en el por qué y para qué de los sentimientos, los cuales aún conservo, pero creo que la edad se encargo de arrebatar esa ingenuidad a veces necesaria para disfrutar la existencia... Hoy que ha transcurrido el tiempo y soy mayor, pienso que no existe la felicidad de una manera absoluta, tan sólo son momentos y emociones, un conjunto de situaciones llenas de gozo, alegría y tristeza; la vida se conforma de ellas. Es algo abstracto y paradójico pero a pesar de casi 7 milenios de historia nadie nos ha podido dar esa receta, como si fuere algo que pudiera formulársele. Sigo en el camino para poder sentirme contento. No he podido encontrar eso tan anhelado, que sea permanente sobretodo; pero sigo buscando y el vivir es una respuesta.
Me parece que felicidad, es un estado de ánimo que nace entre otros factores, de la satisfacción de haber alcanzado o logrado algo; convertir ese estado de ánimo en una forma de vida, es la panacea del ser humano; no la satisfacción, ésta es sólo un matiz de la primera, que siempre estará enseguida del dolor; se van sucediendo una de la otra eternamente. Creo que en este asunto lo más importante es identificar lo que nos hace felices, sin confundirlo con la alegría ni con la satisfacción que ya mencioné; éstas sólo son parte de ese estado tan deseado; luego, cuando ya lo hemos diferenciado, entonces buscar repetir la experiencia cuantas veces seamos capaces de lograrlo; a muchos el sólo intento de conseguirlo los hace gozar. Lo que me parece que no debemos hacer nunca, es dejarnos vencer por el desánimo y claudicar antes de intentar disfrutar plenamente la felicidad, ésta es como una cucharada de azúcar, si es tras un trago amargo sabe más dulce que nunca, si es tras algo muy dulce nos empalaga; seamos concientes de que es dependiente de la tristeza y viceversa, tal como la cara o sol. Es una máxima a la cual todos tendemos a apuntar, y mantenernos en ese estado es difícil. Pienso también que no es una constante, ya que todos somos distintos, por lo mismo tenemos diferentes necesidades que al momento de satisfacerlas nos causan alegría. Lo bueno es que tenemos toda una vida para intentar ser felices y alcanzar nuestras metas, ilusiones y sueños; por lo qué nos quedan muchos momentos buenos por disfrutar; los mismos qué darán brillo para otros más placenteros.
Por desgracia hay quienes se vanaglorian de tener esa fórmula para alcanzar la felicidad, pero percibo ese desconsuelo en sus frases articuladas muy superficialmente; sólo las repiten porque fue algo que leyeron o por que lo escucharon de algún personaje; lo hacen simplemente por el afán de trascender, consiguiendo de una manera única morir en el intento… La vida misma nos advierte y no enseña eso. ¿Pero de dónde provienen? ¿Hacia dónde nos llevan las ilusiones, los sueños? En mi labor como poeta cuenta me doy que mi deber es asentir a muchas contradicciones, observar y callar; pudiendo sólo escribir unas cuantas cosas... La necesidad de alguien a amar es algo ambivalente la mayoría de veces, porque no todos tenemos el mismo concepto ni la misma disposición; pero en el hecho de coexistir tenemos esa necesidad de sentirse amado y creer que amamos a alguien; eso no lo cuestiono, pero quiero entender de dónde vienen los sueños, ¿de dónde provienen tantas ilusiones.? ¿Por qué nos rigen? ¿Por qué nos abstraen en ocasiones?… Creo que todo eso es una serie de escenarios que conforman ese estado tan ambicionado... Poco a poco fui perdiendo la cotidianidad de estar ilusionado más no la capacidad, ni los sueños mismos. Hoy uno de ellos vuelto realidad es este el poder verter mis idilios que me acompañan desde pequeño.
Y así con ese adjetivo me defino, el que a lo literario se refiere, “un pequeño escritor”. El acto de escribir para ti me ilusiona, pero el fin es lo que me da alegría, el simple hecho de que tú puedas leer estas líneas. Mi felicidad momentánea es plena al poder expresarme, pero seria más si todos tuviéramos la misma oportunidad… Por lo pronto soy feliz porque hago lo que amo. Y sé que tu mi amigo lector harás lo mismo; que buscaras tu felicidad después de este instante entre líneas.
Alpha y Omega.
Alejandro Ornelas.
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