Compro hierro, cobre, chatarra… vociferaba cada mañana Juanito el reciclador, nadie sabía de donde provenía pero el entusiasmo que le ponía a su trabajo era lo que más llamaba la atención. A sus tan solo trece años, Juanito no había podido continuar el colegio puesto que desde los nueve años había quedado únicamente con su madre la cual se encontraba enferma y postrada en una cama. Día tras día él recorría las calles de la ciudad y a la vez aprendía lo que la universidad de la vida le ofrecía.
…Pero lo que aprendía Juanito no es lo que muchos piensan, (groserías, malos actos o adicción de las drogas), lo que a él le importaba era conocer muchas pero muchas palabras por que quería convertirse en un gran escritor y para ello debía manejar mucho vocabulario.
Un día estando en su rancho ubicado al norte de la ciudad, la mamá de Juanito observó que su hijo estaba en otro planeta y con preocupación le preguntó porqué se encontraba así, él mirándola a los ojos y con voz segura le manifestó que iba a ser un gran escritor. La madre al escuchar esto se sonrió y con una voz dulce le susurró – “La palabra tiene poder” y todo lo que digas se cumplirá si su corazón así lo siente.
Desde ese mismo día, Juanito repetía en su mente una y mil veces la “la palabra tiene poder” y a todos los vecinos y compañeros recicladores les decía –yo seré un gran escritor-.Las personas se burlaban de ello y los niños le hacían bromas que en muchas oportunidades eran muy pesadas y de mal gusto. A Juanito esto no le incomodaba por el contrario aseguraba aún más esta idea; lo que si no le permitía a Juanito dormir tranquilo era como lo iba a lograr.
Estando Juanito por las calles de un barrio de gente modesta y trabajadora se encontró con su profesora de segundo primaria, al verla Juanito se le acercó y la saludó amablemente y sin titubear le dijo que él deseaba ser un gran escritor, la profesora colocando su mano en el hombro le dijo: -para ello debes tener poder con la palabra y debes conocer muchas, saber su significado y si es posible otras que digan o expresen lo mismo. Le voy a hacer un regalo, es el mejor amigo del hombre…Juanito entusiasmado le interrumpió gritando ¡un perro!, la profesora le dijo: - no Juanito el mejor amigo del hombre no es el perro es el diccionario y con esta herramienta y aprendiendo cada significado de este maravilloso baúl podrás ser lo que usted desea ser.
Desde ese mismo instante Juanito en sus ratos libres leía una a una las palabras y se aprendía el significado; además descubrió que había otras que designaban lo mismo. Juanito no contento con esto, cuando escuchaba palabras que los transeúntes decían y que no conocía el las apuntaba en un papel y luego buscaba el significado de ellas.
Así en poco tiempo Juanito adquirió numeroso vocabulario y no lo guardaba para sí, él lo daba a conocer mediante los gritos que cada mañana, tarde y noche reciclando o comprando lo decía.
Todos los días Juanito gritaba coooompro, adquieeeero, obteeeengo, comeeercio; hieeerro, plaaancha, lingooote, láaamina. También reciclo, papel, hoja, prensa, cuartillo, periódico, diario.
Y cada vez que la palabra lo permitía él la pronunciaba junto con otras que significaran lo mismo. La gente al pasar y escucharlo se admiraban y otras se reían porque les parecía extraño que un niño dijera tantas palabras al ofrecer un servicio.
En una ocasión Juanito observaba una pelea callejera y escuchaba palabras que él muchas veces había pronunciado y decidió parar esta riña con lo que mejor hacía, utilizando la palabra. Acercándose a ellos les comenzó a gritar:¡ Ey compañeros, camaradas, colegas, socios, compinches; por favor no peleen, no riñan, no disputan, no batallen,; dejen la refriega, el pugilato, la contienda y la lucha!. ¡Paren, retengan, detengan esta vaina ya!
Al escuchar todas estas palabras los dos contrincantes, rivales, competidores y adversarios, decidieron suspender la riña y muertos de la risa, se dieron la mano y continuaron su camino, itinerario, trayecto, ruta o viaje.
Con todo el vocabulario aprendido y las historias que el recogía de la calle Juanito empezó de una forma burda a escribir, componer, redactar, expresar y lo iba dejando en un viejo cuaderno de lengua castellana que aún conservaba de sus días de colegio.
Tiempo después él se entero que había un concurso del cuento y decidió enviar uno, como no se encontraba estudiando el colegio de sus primeros y únicos grados de enseñanza lo ayudaron para que pudiera participar.
Para asombro de todos y más de aquellos que no le creían, Juanito ganó el concurso y con la plata del premio pudo ayudar a su mamá para que saliera de la enfermedad, montó su propia empresa de reciclaje y con el papel que obtenía empezó junto con otros recicladores una litografía y de una manera rústica, basta y ordinaria pero con mucho amor elaboraba diccionarios que empezó a repartir, distribuir, compartir a todos los niños y niñas que como él querían ser escritores; este diccionario llamado “La palabra tiene poder”, llegó a manos de una editorial quien compró todos los derechos y se convirtió en realidad en el mejor amigo del hombre.
En el prólogo de este baúl está escrito el mensaje que con sabiduría dejó Juanito a todos los niños, niñas, jóvenes, adultos de todo el país:
“La palabra tiene poder, todo lo que diga se puede cumplir, utilízala solo para bendecir, alabar, ensalzar, elogiar, enaltecer, engrandecer, magnificar…
Nunca la utilices para maldecir, blasfemar, renegar, condenar, jurar, criticar o murmurar.”
Con cariño: Juanito el reciclador.
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