No me reduzcás a lo que vos creés. No me conoces, no pensés por mí.
Que si me cae mal alguien, eso no implica que mis emociones entorpezcan mi inteligencia. Esa es una manera simplista de explicar las cosas y es la forma más fácil y ofensiva de subestimar a las personas.

Creer que alguien no puede pensar sin sus entrañas nada más está mostrando “una medida”; un tipo de personas con las que, quizás, vos te relacionás y han marcado tu vida. Pero juzgar a alguien así es un error. Sobre todo, porque decir que los demás piensan solo en la directriz de prejuicios, es hacerles latente que carecen de una capacidad que vos sí la poseés. Le estás explicando la forma en la que tiene que razonar y asumís que tu interlocutor piensa como vos decís y no como él lo hace.

Qué mál me cae el presidente Saca, pero te puedo decir que tiene buenas maneras de expresarse: es muy diplomático, usa las palabras correctas, la entonación adecuada. Eso es forma. Ahora bien, en cuanto al fondo, aunque lo diga bonito, no significa que sea bueno. Pero vos juzgás que las personas no son capaces de identificar esto. Es exasperante que disminuyás a los demás en base a prejuicios tuyos adjudicados a los otros. ¡Cuánto te falta por reconocer al otro como persona!