En los días en que fui libre, libre de verdad. En los que no necesite de un hombre a mi lado que me consintiera, ni a quién rendirle cuentas de que hacía o para donde iba o por qué, alguien en el cual confiaras demasiado y contaras todo tu diario como si fuera una condición para tener un tipo de relación amorosa, alguien quién satisficiera tu necesidad básica de placer clitoriano, o alguien por quién preocuparse al punto de tenerlo como una propiedad al que ninguna otra persona puede tocar o alterar.
En esos días en que no tenía nada de eso, aprendí a valorar los pequeños pero significantes momentos que tener a alguien al lado te proporciona. No se necesita tener un vínculo muy grande o llevar años cultivando una relación, aunque puedo decir que ese factor le da un toque de confianza y conocimiento que puede ser más puro y duradero que si consigues esos momentos por alguienes a quienes hasta ahora conoces. Pero para no desviarme del tema, quisiera agregar que puedes encontrar personas que satisfagan eso bonito que encuentras en un noviazgo sin necesidad de esa palabra novios que muchas veces significa otro tanto de “inconvenientes”, es decir, eso viene con el paquete incluido.
Aprendí que un buen momento, como observar las estrellas, compartir una comida, disfrutar una canción es algo que va dentro mío, a lo mejor sea una visión narcisista de mi ser que todo lo quiere comprender, pero aprendí que primero estoy yo observando las estrellas, comiendo o disfrutando la canción, y que si alguien le atina a eso que me hace feliz y me acompaña es mucho mejor. Los hombres son seres sociales y políticos por naturaleza (con sus debidas excepciones) y por ende el hecho de compartir es una condición inherente que lo trasmuta y lo mantiene alegre o feliz.
Muchas veces cuando tienes un “novio”, bueno y no he es que haya tenido muchos, la verdad solo tuve uno, uno bien larguito que me enseño muchas cosas. Decía que cuando tienes un novio comúnmente compartes muchas cosas, casi todo, a veces te olvidas del mundo exterior y solo te conectas con esa persona por horas, días, semanas, meses, por no hablar de años, y no digo que eso sea del todo malo, es gratificante cuando encuentras a alguien con el que compartes, gimes, sonríes, gritas y amas, pero puede llegar a ser monótono no creen?
No digo que uno deba por obligación tener muchas personas con quién compartir, entiendo que muchas personas manejan un circulo social reducido y son felices así. Pero hablo por mí y por aquellas personas que en algún momento de su relación se sienten aburridas por así llamarlo.
A lo que voy es que en esos días de no tener nada de eso, entendí que el rumbo de mi felicidad está dentro de mí y dentro de lo que me gusta hacer, que en ese camino a encontrar espacios para esa realización voy a hallar personas que estén dispuestas a compartir eso conmigo, mucho mejor que lo hagan porque a ellos también les llena esa ruta y no porque yo estoy en ella, la verdad no quisiera ser responsable de la felicidad de alguien.
Que bien entonces será estar con alguien compartiendo felicidades mas no solo costumbres , que bien despojarme de las personas como felicidad, aprender a valorarlas no por lo que me ofrecen sino por lo que puedo compartir con ellas, dar con el corazón y no con la costumbre.