¿Cómo crear una historia si no dejo de pensar en ella?
Escribir es mi terapia, siempre lo fue, pero parece ser que hoy no funciona. –Se acabó el amor –me confesó esta mañana al despertarnos, forzando todos los músculos de su cara para confirmar el aire telenovelesco que impartía el compungido tono de su voz. En general utilizo dos cuadernos: en uno escribo lo que estoy contando y en otro lo que no. –El amor no se acaba de la noche a la mañana –yo y mis habituales intentos masoquistas por escuchar lo que no quiero. En momentos de inspiración, ideas y argumentos fluyen con facilidad (pese a lo mal que escriba soy imaginativo), por lo que usualmente mi cometido principal que está siendo vomitado en el primer cuaderno, es con frecuencia interrumpido por anotaciones en el segundo, ideas que quedan a la espera de nuevos cuentos. –No la hagas más difícil de lo que es, vos sabés que nunca te amé –fue lo último que dijo, o lo último que escuché. Y hoy, nada, ni para el primero ni para el segundo. Sí, es verdad que lo sé, pero nunca creí que se atrevería a decírmelo. Estuve ojeando el otro cuaderno, leyendo ideas futuras de días anteriores, pero parecen haber sido escritas por otra persona, carecen plenamente de interés. Permanecí en la cama mientras la observaba vestirse por última vez, me dio sin ganas un beso que recibí con ganas y se marchó. No hay caso, estas hojas hoy no se llenan. ¿Habrá sido tan poderosa para quitármelo todo, incluso mi capacidad de escribir? Espero que mañana dejen de estar en blanco. Espero que mañana decida volver. |